Información General El cumpleaños 96 de la radio: "casi" un invento argentino  Casualidad, ironía, paradoja, guiño: hay que agradecerle a un otorrinolaringólogo el puntapié de la radiofonía. Mañana “la primera” novia de la Argentina cumple 96 años (35064 días desde la primera transmisión nacional). Son 31 años más que la primera transmisión televisiva local, 38 más que el desembarco de la televisión color argenta, 49 más que la prehistoria de Internet. Y 77 más que la fundación de Netflix. Ancianidad, vigencia y resistencia de esto que muchos mal llaman “invento argentino”.
¿Qué se celebra mañana realmente? Una escena protagonizada por don Enrique Telémaco Susini. Una travesura que las páginas de historia se encargaron de adornar con romanticismo. El médico entrerriano, hijo de un cónsul argentino en Viena, se divertía como cualquier hijo de vecino. Con su grupo de amigos y un sobrino (César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mugica) hizo peripecias para colocar antenas en edificios. “Niño bien”, “Enriquito” había viajado a Francia, a estudiar “los efectos sobre las vías respiratorias de los gases asfixiantes de la Guerra”, y había vuelto con extraños “chiches” nuevos: equipos de radiocomunicaciones.
Junto a su grupo, Susini transmitió Parsifal, de Wagner, desde el Teatro Coliseo, e inauguró la historia de nuestra radiofonía. “Raros” a los ojos de la época, los muchachos fueron apodados “Locos de la azotea”. Incomprendidos, como podrían ser ahora los YouTubers o a los creadores de la aplicación de caza de pokemones.
El juego inocente del 27 de agosto, marcó un quiebre en épocas en que no existía ni el Obeslico. Mil novecientos veinte, momento en que en paralelo se desarrollaban los Juegos Olímpicos de Amberes (Bélgica) y que transcurría la Presidencia de Hipólito Irigoyen. Por entonces, Niní Marshall (futura estrella de esa "cajita"), recién terminaba su bachillerato en el Liceo Nacional de Señoritas.
La bendita primera cinta todavía circula democráticamente por las redes sociales y los archivos. El propio Telémaco empuñó el micrófono y grabó su voz para siempre: “Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival Sacro de Ricardo Wagner, Parsifal…”, se escucha.
Que fue a las 21 de una noche estrellada, que el transmisor tenía 5 vatios… Dice también la leyenda que la transmisión duró unas tres horas y que almas solitarias de algún barco que navegaba por Brasil, llegaron a escucharla. Hasta el Presidente de la Nación felicitó a Susini, quien murió en 1972, cuando la televisión asumió reinado.
Como si fuera otro ítem de la lista (junto al alfajor, las huellas digitales, el dulce de leche, el bolígrafo, el Torino…), la arrogancia argentina hablará erróneamente de “radio como invento nuestro”. O “primera emisión de radio de la historia” (las emisiones anteriores tenían un carácter experimental). Pero el estadounidense David Sarnoff y el italiano Guillermo Marconi ya habían hecho una experiencia similar. Lo cierto es que nuestro paisano Susini tuvo un cráneo milagroso. Por algo Einstein lo definió “una de las primeras inteligencias de la Argentina”.
Como quiera que haya sido: Gracias por la magia, Don Telémaco.
Fuente: Clarín
Sábado, 27 de agosto de 2016
|