Política Con el tecno-voto, se espera que la política sea muy diferente  Mauricio Macri les pidió a Rogelio Frigerio y a Adrián Pérez que consigan que en 2017 se incorpore el sistema. La boleta electrónica dinamita la lista sábana y potencia a los candidatos silvestres. Detrás del marketing onegeísta, del ritual de la transparencia y la poesía modernizadora, cuando el Congreso se ponga a discutir la reforma electoral que instaura la boleta electrónica le bajará la persiana a un régimen electoral al mismo tiempo que, como un shock, puede dinamitar un modelo y un estilo de construir política.
Quizá ni Mauricio Macri, que empujó el tecno-voto en la Ciudad y ahora le indicó a Rogelio Frigerio y a Adrián Pérez que consigan que en 2017 haya boleta electrónica en todo el país, registre la dimensión del impacto que puede tener el cambio del sistema de votación.
El tecno-voto clausura las listas sábana y elimina la logística (y los recursos) para imprimir papeletas y de las brigadas para garantizar las boletas en el cuarto oscuro. En paralelo, deja al borde de la extinción una doble navaja: la tracción, tanto del candidato de arriba hacia los territorios como de los caciquejos locales a la figura nacional.
Es un crucero el reino de los candidatos mediáticos. No será necesario que un dirigente tenga postulantes y listas en todo el país o su provincia. En cierto modo, la criollísima democracia de partidos podrá prescindir, en cierto modo, de los partidos. Serán, por ley, necesarios para inscribirse como candidatos, un trámite o un formulario, pero no como entidad política.
El primer efecto es que los jefes locales no necesitan de un candidato provincial y los postulantes nacionales podrán competir sin soporte de los territorios. Desaparece, a simple vista, la necesidad de formar parte de una oferta integral que abarque todo el menú: de senador nacional a concejales.
La boleta electrónica es una invitación al voto diverso, a sistematizar el corte. Al pasar de pantalla a pantalla, de categoría a categoría, el votante tiene una tijera virtual en la mano: elige al candidato del partido A para senador, pero al pasar a las lista de diputados, empieza de nuevo y sin el mínimo esfuerzo puede votar al postulante del partido B o G.
Ante eso, los partidos necesitarán tener ofertas atractivas en todos los renglones. Ya no alcanzará que un buen candidato al tope de la boleta derrame sus virtudes a los demás.
El proyecto que envió la Casa Rosada deja, como atajo, la posibilidad de que el elector opte por voto por partidos o por categorías. Este último es el sistema a la brasilera, el voto personalísimo del candidato mientras el primero revalida la tira larga.
Juan Garivoto, un peronista de muchas batallas, que capitaneó 15 años a los diputados del PJ bonaerense, definió la imprevisibilidad de los modelos electorales con picarezca. "Es hacer un traje a medida para un tipo que se va a casar dentro de dos años: ahora le queda bien pero cuando sea la fiesta capaz que no le entra o le queda grande".
Un caso. Néstor Kirchner pergeñó las PASO en 2010 para llegar como presidencial a 2011 con una interna obligatoria del FpV -con Scioli, Sabbatella y Massa como candidatos, todos colgados de él- y reducir la oferta electoral (de ahí el porcentaje mínimo para llegar a la general) para que la disputa sea, a lo Kirchner, plebiscitaria y a todo o nada.
Salvo en el debut en 2011, en las demás elecciones las PASO fueron perjudiciales para el kirchnerismo porque funcionan como una interna de la oposición. En la primaria visibilizan cuál es la oferta electoral más taquillera y atractiva, y ordenan al voto antigobierno.
Así, en 2013, Massa le arrebató casi todos los votos a Francisco de Narváez y en 2015 Macri se consolidó como un rival más atractivo que Massa para desafiar al FpV al superarlo por más de 10 puntos en las PASO. Ya en 2011, entre la PASO y la general, un millón de votos migraron de Eduardo Duhalde a Hermes Binner cuando aquellos votantes anti-K emocionales comprobaron que al caudillo de Lomas de Zamora no le alcanzaba para derrotar a Cristina.
¿A quién le sirve el modelo que empieza a discutir el Congreso?
En el PRO creen que el principal beneficiario es Massa porque rankea como el opositor más competitivo y su fragilidad, que es haber perdido dirigentes y aliados territoriales, se minimiza con el tecno-voto.
La preocupación se convirtió en un planteo que llegó a Macri para que desista de generalizar el sistema y, en 2017, lo use sólo en las ciudades con menos de 100 habitantes. Eso representaba el 70% del padrón pero preserva en los distritos más populosos, las grandes ciudades y el conurbano bonaerense, el modelo clásico de la boleta de papel donde un candidato tracciona y donde es necesario tener un sistema político que, diría un romántico, "milite" la boleta de papel. Es, dicen los macristas, lo que le falta a Massa: el peronismo tiene, aun diezmadas, sus estructuras y el oficialismo tiene fierros para armar o alquilar las suyas.
Macri dijo, hasta ahora, que no. Algo puede variar durante el trámite legislativo en el Congreso o, más adelante, cuando se reglamente o, más tarde, cuando el Estado deba avanzar con la instrumentación. En todas instancias puede haber un frenazo o correcciones.
En la discusión legislativa puede, por caso, naufragar un retoque a las PASO que impulsa el Gobierno. El texto pretende que en las PASO no pueda haber salto de partido, sino que cuando el votante decide participar de la primaria de senadores del partido D luego no puede salirse de ese corset. Vale para la primaria para evitar que un elector participe de las internas de varios partidos porque, se presume, tiene interés por intervenir en una sola agrupación. Esa variable luce, con la foto actual, nociva para el PRO, que apuesta a que se diversifique la oferta peronista y se rompa el vínculo entre el territorio y la superestructura. Sin enlace, con los alcaldes sueltos, el macrismo puede conseguir incluso que los peronistas apoyen al oficialismo sin poner en riesgo su oferta local.
Fuente: Ámbito
Jueves, 7 de julio de 2016
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