Crimen en Tres de Febrero “Don Ramón”, el militar retirado que murió por defender a los vecinos que cuidaba Tenía 67 años y trabajaba como vigilador en una garita, en Martín Coronado. Motochorros lo mataron a balazos.
Cuando “Don Ramón” se jubiló no quiso dejar de trabajar. Un poco porque la plata no alcanzaba y otro poco porque era más fuerte que él. Ramón de Jesús Quintana tenía 67 años y custodiaba la esquina de Remedios de Escalada y General López, en Martín Coronado, partido de Tres de Febrero, al noroeste del Gran Buenos Aires. Este sábado fue su última noche como sereno: quiso evitar el robo a una pareja y motochorros lo asesinaron de tres balazos.
“A mi papá lo acribillaron, lo mataron como a un perro. Quiero justicia para él”. Su hijo, que se llama igual que su padre, apenas puede soltar esas palabras a Clarín antes de estallar en llanto. El menor de los tres hijos de la víctima tiene 41 años y estuvo internado en terapia intensiva hasta el viernes por un problema cardíaco. Al otro día se enteró del crimen de su papá.
Según contaron los vecinos, los homicidas fueron dos hombres a bordo de una moto que primero asaltaron a una joven que bajó del colectivo. Después se detuvieron a la altura de General López al 1800, a metros de la garita de vigilancia en la que se encontraba Quintana.
“Mi suegro había llegado a trabajar y vio a una mujer con un bebé en brazos que gritaba y pedía ayuda. Nos dijeron que le quisieron robar al marido, los agarraron cuando estaban entrando con el auto. No sabemos por qué él no sacó su arma para defenderse. Tampoco qué pasó antes porque en el celular tenía marcado el 911, pero le dispararon tres veces y lo mataron”, reconstruyó Fernanda Vallejos (42), la nuera del vigilador.
Fuentes policiales confirmaron a Clarín que los vecinos escucharon los disparos y llamaron a la Policía. Cuando llegaron, “Don Ramón” ya estaba muerto, tirado en la vereda.
“Un vecino estacionaba su Ford Fiesta Kinetic y fue sorprendido por dos hombres armados en una moto. El empleado de la seguridad se percató del intento de robo, se enfrentó con los asaltantes y recibió al menos un impacto de bala a la altura de la cabeza”, confirmaron en la Bonaerense.
Al vigilador lo mataron alrededor de las 20.30, pero su familia recién se enteró a las 4 de la mañana.
La víctima trabajaba informalmente en la garita, donde cobraba lo que reunían los vecinos de los alrededores para pagar la seguridad. “Él decía que la gente andaba asustada, que lo llamaban o le mandaban mensajes para que los mirara entrar a la casa. Nunca pensamos que podía pasar algo así”, lamentó Fernanda. Y agregó: “Lo que yo digo es lo mismo que tantas veces escuchamos. Queremos justicia, saber quién hizo esto y que se pudra en la cárcel. Pero que cumplan su condena y no que a los meses estén de vuelta en la calle”.
Ramón estaba retirado del Ejército y había cumplido servicio en Posadas, Misiones, donde junto a su esposa, Analía, crió a sus hijos Hugo, Mónica y Ramón. Actualmente vivía en Pablo Podestá.
La familia esperaba poder despedirlo este lunes en una casa velatoria de Martín Coronado.
Los responsables del crimen aún no habían sido detenidos pero, según adelantaron a Clarín, analizaban filmaciones de las cámaras de seguridad de un edificio y de un vecino para intentar identificarlos.
La investigación está en manos del fiscal Fabio Cardigonde, de la UFI N° 7 de San Martín.
Un día antes del crimen de Quintana, a unas diez cuadras del lugar del hecho, un policía que estaba de franco mató a un hombre que habría querido asaltar un supermercado chino en la calle San Ramón, entre Martín Fierro y Santos Vega, también en Martín Coronado.
“Así estamos en Martín Coronado. Los vecinos tenemos que pagar las cámaras de seguridad, las alarmas vecinales y las garitas. Y así y todo, mirá lo que pasa. Es lo mismo que el año pasado, otra vez volvimos todos a ver cómo matan gente en nuestro barrio”, se indignó Lidia, una vecina, ante la consulta de este diario.
Es que el 20 de noviembre de 2017 dos hombres fueron asesinados a balazos en distintos robos, ocurridos en menos de una hora y a 13 cuadras de distancia.
Rolando Cáceres (62) trabajaba en una remisería a pocos metros de la casa que Sebastián Maziejuk (31), profesor de fútbol, compartía con su pareja y su beba nacida tres días antes.
A Cáceres lo interceptaron en la puerta de su casa de la calle Del Kaiser 920, en Villa Bosch. Y a Sebastián cuando fue a sacar la basura en San Guillermo 7050, en Martín Coronado, a dos cuadras de donde este sábado mataron a Ramón de Jesús Quintana.
“Él pensaba que nunca iba a ser padre. Se había hecho un estudio, le dio que era infértil, entonces hizo un tratamiento y pudo cumplir su sueño, pero no le dieron tiempo a disfrutar de su beba”, le dijo a Clarín la hermana de Sebastián en enero pasado.
Fuente: Clarín
Lunes, 5 de noviembre de 2018
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