Grieta en el campo La “venganza” sojera: la trama oculta detrás de la pelea por las retenciones entre el Gobierno y los “fabricantes” de dólares El freno a la baja de los derechos de exportación abrió un conflicto con las cerealeras. Quiénes estuvieron detrás de la medida y la pelea que se viene.
Si la quita de reintegros fue recibida como un “misil” por los industriales, la decisión de suspender por seis meses la baja de retenciones a los derivados de la soja abrió una grieta con el campo, despertó sospechas sobre el rol de China y sumó un nuevo frente de conflicto con el polo agroexportador.
Justamente, el mayor generador de divisas genuinas del país y hasta hace poco un puntal de apoyo a Cambiemos.
De hecho, por estas horas miembros del selecto grupo empezaron por lo bajo a tomar distancia del Gobierno. “Metieron una topadora en la peatonal Florida”, resumió uno de ellos a iProfesional.
La celebración del aniversario 134 de la Bolsa de Comercio de Rosario, encabezada por su presidente Aberto Padoán, fue el escenario elegido por el sector para expresar su malestar.
Si bien el hombre de Vicentín pronosticó el jueves una cosecha récord de 130 millones de toneladas para 2019, en su discurso también advirtió sobre el impacto que tendrá el “castigo” al complejo exportador, al señalar que “agravará el déficit comercial, limitará la principal fuente de obtención de divisas y potenciará la vulnerabilidad de la macroeconomía argentina”.
Lo escucharon el presidente de la CNV, Marcos Ayerra, y el subsecretario de mercados agropecuarios, Jesús Silveira, los principales funcionarios nacionales presentes. El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich pegó el faltazo a último momento.
Así, la entidad en donde Macri había propuesto en marzo del 2016 transformar a la Argentina en “el supermercado del mundo” se convirtió en un foco de críticas a su política económica, pese a que la devaluación de casi el 70% en el año benefició a los exportadores, con un dólar que este lunes llegó a rozar los $32.
“La medida agravará el déficit comercial, limitará la principal fuente de obtención de divisas y potenciará la vulnerabilidad de la macroeconomía argentina”, dijo el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Alberto Padoán
Con los cambios, el Gobierno espera recaudar ingresos extra por $1.500 millones en 2018 y $12.000 millones en 2019. Pero los aceiteros ya le advirtieron al ministro de Industria, Dante Sica, que la iniciativa complicará inversiones y empujará el cierre de plantas, hoy con una capacidad ociosa del 50% por la sequía y con 10.000 empleados en todo el país.
Ese podría ser el caso de Bunge, luego de despedir 60 operarios en su establecimiento de Ramallo (Santa Fe), mientras que la planta de Cargill en Bahía Blanca (Buenos Aires) también está complicada y Molinos Cañuelas afronta una pesada deuda en dólares.
“Ni Moreno ni Kicillof se animaron a esto porque sabían que no era bueno”, dijo un empresario agroindustrial con la condición de que no se revelara su identidad.
Enemigo de las retenciones, el hombre perteneciente a una cámara aceitera explicó que el exsecretario de comercio y el exministro de Economía “con su mentalidad entendían que los productos de valor agregado tenían que pagar menos retenciones que la materia prima”.
En concreto, existía una diferencia de tres puntos porcentuales entre la alícuota que pagaban el aceite y harina de soja, y la del poroto.
En una señal al campo, Macri había dispuesto la baja gradual de las retenciones a los subproductos de soja (del 32 al 23% actual) y a la oleaginosa (del 32% al 26% actual).
Pero debido al déficit fiscal, el decreto 757 publicado el 15 de agosto congeló los derechos de exportación a los derivados de la soja en su valor vigente hasta el 28 de febrero de 2019.
De ese modo, el macrismo dinamitó esa ventaja que beneficiaba a los productos industrializados del agro, cuya alícuota convergerá en marzo con la del grano de la oleaginosa al 23% y en diciembre próximo al 18%.
La nueva grieta
Pese a los reclamos del empresariado, el titular de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), Gustavo Idígoras, reconoció a este medio que “no habrá cambios este año” en la decisión adoptada por el Gobierno.
Esa fue la señal que dieron el vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, y el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, durante la reunión que mantuvieron el miércoles pasado con el exsenador Roberto Urquía de Aceitera General Deheza (AGD), Amancio Oneto de Molinos y Sergio Nardelli de Vicentín.
Los dos funcionarios son vistos como los principales responsables de la suspensión de la baja en las retenciones. En el sector apuntan contra el segundo de Lopetequi, el subsecretario de Coordinación de Planificación Estratégica Federico Alegre, a cargo del “Excell” con los números de la actividad. Y aseguran que Etchevehere, extitular de la Socidad Rural, se tomó "revancha" al firmar el decreto reclamado por las entidades agrarias, que desde hace años rechazan “subsidiar” a la agroindustria con beneficios diferenciales. “Si yo asumo como ministro y mando el corte de biodiesel al 50%, salgo en la tapa de los diarios por conflicto de intereses”, se quejó un aceitero.
Con excepción de Coninagro, el grueso de las asociaciones rurales respaldó y hasta festejó el decreto oficial contra los aceiteros, un grupo reducido de 15 empresas que concentra en sus manos las exportaciones de granos, harinas y aceites de soja.
Al tope de la lista, se ubican Cargill, Cofco (Nidera), Bunge, Dreyfus, AGD y Vicentín, con el 60% del volumen exportado en 2017. Son más de 52 millones de toneladas de un total de 82 millones de toneladas, según datos del Ministerio de Agroindustria.
Pero la medida no afecta a todos por igual: mientras el negocio principal de la china Cofco o la estadounidense ADM son los granos sin procesar, AGD y Vincentín son las mayores exportadoras de subproductos industrializados de la oleaginosa.
La firma del titular de la UIA, Miguel Acevedo, fue la que vendió más harina de soja el año pasado, al negociar 4,9 millones de toneladas, y la de Nardelli encabezó el ranking en ventas de aceite, con 852.000 toneladas. Así, las dos compañías locales, con sus plantas en el Gran Rosario y San Lorenzo, figuran entre las principales perjudicadas.
La picardía oficial residió en generar una suerte de grieta quirúrgica al pasar el bisturí en lo más alto de la cadena agroindustrial. De esa forma, el Gobierno se cuidó de repetir el error de la 125, cuando Cristina Kirchner enfrentó una rebelión de más de 273.000 productores en 2008.
Para convencer a Macri de la estrategia se rumorea que fueron claves las gestiones de David Lacroze, CEO del grupo Lacroze, coordinador de la mesa de la carne y un ganadero de confianza del Presidente. “Él le llenó la cabeza y confundió a Macri”, aseguró un industrial ofuscado.
La fractura entre los empresarios del agro quedó reflejada dentro de la Mesa de Enlace. “Si uno mira la foto, puede generar molestia que no bajen las retenciones a los aceiteros. Pero si mira el proceso, hay cuestiones artificiales que en algún momento había que abordar”, dijo el titular de la Federación Agraria, Eduardo Bussi, al ser consultado sobre la medida por iProfesional durante el aniversario de la Bolsa de Rosario, en donde destacó “el reacomodamiento del dólar por arriba de los 30 pesos”.
El ruralista advirtió, no obstante, la falta de un rumbo económico definido y los "errores" del Gobierno, al señalar que “hubo un envalentonamiento de la mesa ratona”. Y agregó: “Cuatro personas creyeron que la ola de votos significaba prescindir de Ernesto Sáenz (UCR), Emilio Monzó (presidente de Diputados) y Rogelio Frigerio (ministro de Interior), tipos que le daban racionalidad y territorialidad”.
En la misma tónica, un empresario miembro de la lista oficialista encabezada por el actual titular de la Sociedad Rural, Daniel Pelegrina, se mostró desilusionado con la política económica y la incertidumbre en torno al dólar. “Tres meses más así, un tambo se funde con la devaluación”, advirtió.
El polo aceitero tiene un peso específico en el flujo de dólares genuinos, el precio de la soja y la balanza comercial. Es que Argentina es el principal exportador mundial de aceite y harina de soja, productos que representan un tercio de las ventas externas del país.
Según el INDEC, en los primeros siete meses del año las exportaciones de los derivados de la oleaginosa representaron ingresos por u$s7.200 millones, una cifra equivalente a la mitad del primer tramo de u$s15.000 que otorgó el FMI.
Una de las incógnitas es si el reciente decreto puede impactar en la liquidación de divisas. Por lo pronto, este año no se esperan complicaciones.
Con la campaña ya jugada, en octubre comienzan a ingresar menos divisas por una cuestión estacional, a lo que hay que sumar los pobres resultados vinculados a la sequía.
Por otra parte, se prevé que la cosecha del 2019 será un 30% superior a la actual y aportará divisas por más de u$s25.000 millones, lo que compensaría un eventual impacto de la medida sobre el sector.
En Agroindustria son optimistas y esperan una liquidación normal de dólares, confiados en que “la devaluación genera una perspectiva favorable para el sector”.
Las cámaras aceiteras, sin embargo, aseguran que la interrupción del programa de reducción de retenciones tendrá un efecto indirecto. “No va a bajar la liquidación de divisas en este período, pero el poder de compra del poroto de soja es menor que el de los subproductos industrializados, eso sí podría repercutir sobre el ingreso de dólares”, admitió el titular de Ciara-Cec.
En el mercado de Chicago, la soja cotizó el viernes pasado a u$s309,39, la harina a u$s344,69 y el aceite a u$s620,59, un valor este último un 100% superior al del poroto. Por la sequía, la balanza comercial reflejó la pérdida de 20 millones de toneladas de soja y otras 10 millones de toneladas de maíz.
El saldo de los cuatro principales productos de exportación derivados de la soja (aceite, biodiesel, harina y porotos) registró en julio pasado una caída interanual de u$s405 millones, una pérdida equivalente a la mitad del déficit comercial de ese mes.
El próximo round tendrá lugar en marzo del año próximo, cuando los aceiteros se abastezcan de granos en el mercado local. Ese incremento relativo de las retenciones -aseguran- provocará un aumento en los costos de hasta u$s17 por tonelada exportada.
Esto presionaría a la baja los precios que se abonan por la materia primara para procesar, y por lo tanto, el valor doméstico de la soja. Con el anuncio hecho, el valor de la oleaginosa proyectado a mayo 2019 se redujo a u$s272, 11 dólares por debajo del esquema vigente hasta el 15 de agosto pasado.
“No entienden los productores que ellos van a tener que pagar las retenciones, no tenemos margen”, se atragantó un directivo de una de las firmas líderes de los agronegocios, mientras degustaba una paella en la Bolsa de Rosario.
Con todo, los aceiteros apuestan a recuperar el diferencial del que gozaban sus exportaciones. Si bien el Gobierno presentó la medida como una decisión transitoria, lo cierto es que la industria aceitera enfrentará un escenario más adverso a partir de marzo, cuando finalice la suspensión de la rebaja y converjan las alícuotas.
Es que China fija aranceles un 5,5% más altos para la importación de subproductos que de porotos, por lo que el decreto va a ampliar el efecto arancelario en perjuicio de la industria local.
Otro riesgo del que alertan en el sector de una eventual primarización de la economía y una mayor “China-dependencia”. Mientras el aceite y la harina de soja son comprados por más de 100 países, de los cuales 20 acaparan el grueso del volumen; el poroto se comercializa en solo 11 destinos, de los cuales el gigante asiático adquiere el 90%.
“Esto puede darle un regalo comercial a China, ya que se vuelve más atractivo para ellos moler granos que comprarlos procesados”, reconocieron desde de una cámara aceitera.
En medio de la sangría de dólares, el Gobierno aceitó en las últimas semanas los lazos financieros y comerciales con los chinos al avanzar en la negociación de un swap de monedas por u$s4.000 millones. El objetivo es aumentar el stock de reservas, pero también mantener activo el flujo de comercio y una garantía para los exportadores chinos.
De esa forma, el Banco Central podría girar yuanes a un proveedor en caso de no tener dólares, o bien vender yuanes en Hong Kong para obtener dólares. El acuerdo se conoció un día después de los cambios en las retenciones, un timing que llamó la atención en el polo agroexportador de Rosario.
Fuente: iProfesional
Martes, 28 de agosto de 2018
|