Información General La lechuga, el otro verde que está por las nubes Lo que faltaba, el verde nos trae de cabeza. Primero el dólar y ahora la lechuga, sí la lechuga, esa verdura popular y nacional que forma parte del trío más famoso de las ensaladeras junto con el tomate y la cebolla. Ella, verde y con mil variadas formas, colores y nombres como criolla, mantecosa, francesa, crespa, morada, radicchio o achicoria, romana y capuchina, se ha convertido en las últimas horas en el comentario de amas de casa, verduleros y hasta conductores de televisión, como Marcelo Tinelli que horrorizado por el precio al que llegó la verdura en cuestión escribió en su cuenta de twitter: "$ 180 el kilo de lechuga. Sin palabras". Y no es para menos, tener ese precio lo que hasta ayer nomás era un recurrente para acompañar carnes, pollos, adornar sándwiches y cortada finita (en juliana dicen los chefs) hace de verde cama de toda variedad de platos.
Ahora ese famoso "colchón de verde" que te ponían en los restaurantes abajo del bife o el filete de pescado, tendrán que cambiarlo, de lo contrario la "cama" costará más que el plato principal. El alto costo de la tan querida lechuga no se debe a la inflación ni el miedo al FMI, sino a ese fenómeno que bautizaron "vaguada" y que provocó lluvias durante veinte días seguidos inundando quintas, invernaderos y cultivos enteros de hortalizas que se producen en los alrededores de la Ciudad de Buenos Aires. Las que más sufrieron el castigo fueron precisamente las verduras de hoja verde que en su mayoría se pudrieron antes de ser cosechadas. Enseguida y ante este panorama surge la ecuación, menos lechuga mayor precio y esta vez la multiplicación fue por cuatro y hasta cinco.
Otros parientes muy deseados también dispararon sus costos y una bandejita de rúcula alcanza hoy los 90 pesos; a saber, a casi cuatro pesos la hojita. Los verduleros dejarán de comprarla y avisan que el fenómeno durará un tiempito. Así estamos querido lector, el dólar a más de 24 y la lechuga a 180, un disparate y todo de golpe.
Habrá que ir pensando en reemplazar la típica hoja verde por algo más económico aunque no resultará fácil porque sus hermanas también verdes han sufrido la misma contingencia climática y su valor asciende proporcionalmente.
Ni la acelga, ni la espinaca, ni la endibia, ni el repollo, ni los pequeños berros, ni el apio, ni el brócoli, ni la col de Bruselas y ni siquiera el modesto perejil podrán suplantar en nuestros platos a la querida y siempre socorrida lechuga. Habrá que esperar la próxima cosecha, los nuevos brotes verdes (tan de moda en la economía) y sepa que entre una plantación de lechuga y otra hay que esperar entre 30 y 40 días lo que hace que este problema lo tendremos por uno o dos meses, tiempo que debemos de esperar para recuperar el hábito de la ensaladita con el asado. Igual le digo que el tomate y la cebolla bien condimentados pueden salvar las papas mientras llega la verde compañera.
Cosas del cambio climático que ya acecha nuestras mesas de cada día. Habrá que intentar tener en casa una huerta orgánica, en el balcón o en el rinconcito más iluminado de la cocina. Usted se baja un instructivo por facebook o llama al INTA y pide instrucciones y verá que no resulta tan difícil tener en casa las hortalizas básicas.
Fuente: La Prensa
Sábado, 12 de mayo de 2018
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