Información General Los 80 años del Obelisco, un ícono porteño construido en tiempo récord  Patrimonio de la Ciudad Fue levantado en apenas 31 días. En su momento generó críticas e ironías y hasta quisieron demolerlo. Buenos Aires tiene un escenario principal. Un espacio que funciona desde hace décadas como punto de encuentro de los momentos más felices y de los reclamos más angustiantes. No genera misterio, el nombre aparece en segundos, aunque quizás se le asigna más antigüedad de la que tiene. Es el Obelisco y hoy cumple 80 años.
En 1936, promediando la "Década Infame", el parlamento porteño votó levantar un monumento para celebrar los 400 años de la fundación de Buenos Aires. Entonces presidía el país Agustín P. Justo y el intendente era Mariano de Vedia y Mitre. El arquitecto tucumano Alberto Prebisch fue el encargado de diseñar el símbolo. La construcción en el cruce de 9 de Julio y Corrientes fue express: demandó 31 días. La obra estuvo a cargo de Siemens Bauunion y costó 200 mil pesos de la época.
Más de 150 obreros lo levantaron con 680 m3 de cemento y 1.300 metros de piedra calcárea de Córdoba. Estructura semejante, construida con tal rapidez, tuvo su mártir: el obrero italiano José Cosentino cayó en una de las bóvedas de cimiento y murió.
Al Obelisco se lo pensó y construyó de cuatro caras. Cada una recuerda un hecho histórico: la primera fundación, en 1536; la segunda y definitiva, en 1580; la primera vez que se izó la Bandera Nacional en la Ciudad, en 1812 (en la iglesia de San Nicolás, emplazada en el mismo sitio del monumento); y la constitución de Buenos Aires como capital del país, en 1880. En su punta hay una habitación de tres por tres con cuatro ventanas. No es fácil llegar ahí. Hay que subir 206 peldaños de hierro de una escalera recta y sin baranda, con sólo siete descansos. Hacerlo toma unos 15 minutos.
En sus primeros años, la mole hueca de 67,5 metros generó polémica. Su ubicación, sus medidas, su estética racionalista despertaban quejas e ironías. Los diarios de la época la llamaban "armatoste sin sentido" y "bodrio en perspectiva". En las calles se la apodaba "pisapapeles de acero y cemento", "punzón" o "estaca". En el Congreso hasta se propuso demolerla. Fue en 1939, con 23 votos a favor y tres en contra. Pero el entonces intendente Arturo Goyeneche vetó la ordenanza y lo evitó.
El Obelisco necesitó varios años para que los porteños lo adoptaran como el escenario por excelencia. Hoy cede su entorno para recitales, festejar campeonatos o montar perfomances.
La última fue la del artista plástico Leandro Erlich. En septiembre hizo desaparecer la punta del Obelisco, generando sorpresa y una sensación de vacío entre porteños y numerosos turistas que merodeaban la Plaza de la República. Para descabezar al Obelisco colocó en el extremo un capuchón que imitó al material del monumento y generó la ilusión de que había perdido su ápice.
El trabajo requirió un proceso complejo: un año de producción y un equipo interdisciplinario de ingenieros, calculistas y el artista. También, grúas y permisos para poder ubicar el capuchón de tres toneladas. Pero pese a la ilusión, el gigante de concreto sigue allí, testigo de la historia de los últimos 80 años.
Fuente: Clarín
Lunes, 23 de mayo de 2016
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