Rosario Comisario millonario: para cumplir una condena, se construyó su propia celda Gustavo Pereyra estuvo detenido, pero hoy goza de prisión domiciliaria; dice que heredó muchas propiedades; lo acusan de colaborar con Los Monos.
La primera vez que lo detuvieron, Gustavo Pereyra hizo una propuesta a la fiscalía de Rosario: "Me construyo mi propio calabozo". Finalmente nadie se lo impidió a este comisario inspector, también conocido como Gula-Gula, procesado por asociación ilícita junto con la banda de Los Monos.
Este hombre de 54 años, que ingresó hace casi 30 años en la Policía de Santa Fe, y está acusado de colaborar desde la Secretaría de Delitos Complejos con este grupo narcocriminal, prefirió costearse la construcción de su propia celda en la Unidad de Seguridad Zona Rural, situada en la ruta 21 y la AO12, a unos 10 km de esta ciudad, y a unas pocas cuadras de su casa de fin de semana, que tiene dos plantas, pileta y buena vista al río Paraná.
"Me habían enviado a un calabozo en la subcomisaría 18a que era inmundo. Tenía que dormir al lado de un inodoro a la turca", relata Pereyra, en diálogo con LA NACION. Este jefe policial no oculta su buen pasar económico y jura que antes de entrar en la policía heredó de su familia propiedades importantes, entre ellas el inmueble donde funciona Wembley -que está concesionado-, uno de los restaurantes más tradicionales de la ciudad de Rosario, en el que cena casi todas las noches.
"Como sabían que no me iba a escapar, porque siempre colaboré con la causa, propuse que me trasladaran a la guardia rural", cuenta. El problema era que en esa dependencia policial no había calabozo. Este escollo no alteró sus planes. Pereyra se acomodó en la oficina del jefe, que él había ocupado hace unos años cuando estuvo al frente de esa unidad.
"Para no comprometer a mis compañeros instalé rejas en las puertas y en las ventanas y cerré todo. Le dije a mi mujer que llamara a un herrero y a un albañil para que se encargaran de la obra, para acondicionar el lugar de mi detención. Todo salió de mi bolsillo", se jacta el comisario procesado, al que apodan Gula-Gula, por su baja estatura, como el personaje del enano de VideoMatch que fue famoso a fines de los 90.
Pereyra forma parte del pelotón de 14 efectivos de las fuerzas de seguridad -12 policías santafecinos, uno de la Federal y uno perteneciente a la Prefectura- que están procesados por asociación ilícita, junto con 23 miembros de la banda de Los Monos, lo que hace presumir que esta organización era narcopolicial.
Pereyra señala que las escuchas telefónicas que lo comprometieron en la causa son entre Ramón Machuca, alias "Monchi", prófugo desde 2012, y el suboficial Juan Maciel, conocido como "Chavo", que también se desempeñaba en Delitos Complejos, y fue beneficiado en un juicio abreviado que le rebajó la pena a tres años y seis meses. Actualmente cumple detención domiciliaria, que nadie controla.
"No hay ninguna escucha directa de los Cantero conmigo", se defiende, y agrega: "Llevo 30 años en la policía y sólo trabajé ocho meses con Maciel". Pereyra dijo que le recomendó a su jefa en Delitos Complejos que "a Maciel era conveniente sacarle información, pero no darle". En la Justicia aseguran que Gula-Gula evitaba contacto directo con Los Monos, y que usaba como nexo al suboficial Maciel, quien era el que les proveía información sensible a los Cantero, como los lugares donde se iban a realizar los allanamientos.
De Maciel hay varias horas de grabaciones, en las que queda claro que era un alfil más de la banda. Entre esas escuchas figura un diálogo entre Machuca y Maciel. El policía le cuenta: "Arrancamos a las 6. Hay como 12 órdenes [de allanamiento]". "Ah, listo, ¿pero para el lado de nosotros, no?", pregunta el líder de Los Monos, y Maciel le responde: "Tablada, para el lado de allá hay en una gomería, no sé si te ubicás, pero ése es el sábado. Igual si yo veo que encaran para aquel lado te aviso". "Listo, dale", contesta "Monchi", a quien la policía dice no poder encontrar desde 2012 y ya dio cuatro entrevistas a canales de TV.
Pereyra argumenta que está involucrado en esta causa por una interna policial. "Desde que en la Secretaría de Delitos Complejos me pidieron que investigara a efectivos de la División Judiciales (que trabajaban en la causa de Los Monos) me empezaron a ensuciar", asegura. Y advierte que las tareas de inteligencia contra el narcotráfico que le asignaron -según él- sus jefes "molestaban y complicaban los negocios y la recaudación para la corona".
Dos veces preso
Estuvo dos veces preso; ahora espera en libertad su destino judicial. El juez Juan Carlos Vienna lo procesó el 7 de junio de 2013 y ordenó su detención. Siete meses después el magistrado lo sobreseyó y -según Pereyra- instruyó una causa contra sus jefes Ana Viglione y Andrés Ferrato por falso testimonio, un expediente que nunca avanzó. Estos dos funcionarios dijeron que nunca le ordenaron a Pereyra que participara en investigaciones sobre venta de drogas.
La Fiscalía apeló el sobreseimiento, que el 31 de octubre de 2014 revocó la Cámara de Apelaciones, que ordenó que se siguiera investigando al comisario inspector. Y el 28 de septiembre pasado volvió a quedar tras las rejas (por 40 días) después de un nuevo procesamiento que dictó la jueza Alejandra Rodenas, quien en su fallo consideró que este jefe policial alertó a Los Monos "sobre diversos operativos policiales o judiciales a realizarse para que tomaran los recaudos necesarios para eludir o burlar el accionar de la Justicia asegurando su impunidad".
Según el procesamiento de Rodenas, el rol de Pereyra consistía en "poner a disposición de la banda información secreta -la cual conocía en función de su condición de funcionario público y sus específicas funciones- a los demás integrantes de la asociación ilícita [Los Monos]".
Pereyra anticipa que cuando vuelva a declarar después de la feria judicial va a brindar un detallado informe del funcionamiento de la estructura de recaudación ilegal de la policía. Aporta algunos indicios de su contraataque. "En Delitos Complejos me asignaron que hiciera tareas de inteligencia en un búnker de venta de droga en Pueyrredón al 2700. La jefa del área, Ana Viglione, me dijo que ahí todos pasaban a cobrar, hasta los agentes de la Guardia Urbana Municipal. Filmé, saqué fotos y les dije cómo funcionaba el búnker. Para mi sorpresa unos días después, por orden del Ministerio de Seguridad, lo derrumbaron con una topadora. Cuando le pedí explicaciones a Viglione, me dijo: «Olvidate del tema. Esto viene de arriba»".
Fuente: La Nación
Domingo, 24 de enero de 2016
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