Sociedad La historia del productor orgánico que se convirtió en un empresario millonario El consumo de frutas y verduras sin fertilizantes ni pesticidas fue la primera propuesta de una red que agrupa a pequeños y medianos productores. En 15 años creció de manera exponencial.
Diego González Carvajal es un productor orgánico que en el 2.000 fundó Interrupción, una red que tiene una tasa de crecimiento anual del 80% y que se autodefine como "una empresa social que exporta alimentos orgánicos —principalmente cereales, frutas, verduras y, desde hace poco, cereales— y opera un círculo virtuoso". Según se presenta a sí misma, la firma tiene la idea rectora de "interrumpir a los consumidores en el supermercado para ofrecerles una nueva opción de alimentos saludables, cuya elaboración no daña el medio ambiente y tiene impacto positivo en las comunidades que los producen". Ello, lo logra mediante el trabajo con productores de diferentes regiones de América. Además, resalta que "se ocupa por contribuir a una mejor calidad de vida de los agricultores y los consumidores, así como por mantener una tierra saludable para la siembra y cosecha".
"Interrupción es interrumpir para empezar algo nuevo. Es un proceso de creación de alimentos sustentables, orgánicos, en cuidado del Medio Ambiente, del comercio justo, con impacto social positivo en el Medio Ambiente y con valor nutricional alto", dijo González quien asesora y brinda financiamiento a pequeños y grandes productores. A su vez, explicó que actualmente el 90% del mercado es Estados Unidos, pero marcó que "la oportunidad a largo plazo es global y que próximamente el énfasis estará en India, donde hay mil millones de vegetarianos". La original empresa genera ese tipo de agricultura ayudando a los productores a crear esos procesos naturales, ayudándolos a la producción, comprándolas y exportándolas a los supermercados del mundo.
La exportación principal es de frutas y verduras, y desde hace un tiempo cereales orgánicos. "La idea rectora es «interrumpir» a los consumidores en el supermercado para ofrecerles una nueva opción de alimentos saludables, cuya elaboración no daña el Medio Ambiente y tiene impacto positivo en las comunidades que los producen. Trabajamos con productores de diferentes regiones de América Latina y nos ocupamos por contribuir a una mejor calidad de vida de los agricultores y los consumidores, así como por mantener una tierra saludable para la siembra y cosecha de frutas y verduras", destaca la pagina.
Una de las novedades -no por desconocido, sino por lo original en la producción masiva de exportación- es la utilización del compost (un montón de desechos de comida orgánica, como cáscaras y restos de frutas y verduras que reduce la densidad del suelo y lo hace más poroso y permeable, duplicando —casi— la capacidad de retener agua) para sacar mayor provecho a la tierra. Utilizarlo reduce la basura y "tenemos fertilizantes orgánicos y gratos", dijo a una revista.
Como organización la empresa orgánica está comprometida con la calidad, la transparencia, la generación de empleo y la sustentabilidad, según su fundador, quién aseguró que se trata de un sistema de comercio que promueve la "interrupción" de los sistemas tradicionales de consumo "por la interacción global entre consumidores, empresas y productores y busca un impacto positivo en las dimensiones sociales, económicas y ambientales del consumo, el trabajo, la participación y la inversión".
Cuando comenzaron, se reunían en un bar de Niceto Vega, en el barrio de Palermo, actualmente tienen sucursales en Recoleta, EEUU, Chile y Perú. El paso siguiente a los encuentros en el bar donde, junto a un grupo de militantes de lo orgánico debatían los modos de producción, pasó a un festival multitudinario en Capilla del Señor. Ello se continuó con horas intensas de lectura de las obras del austriaco fundador de la antroposofía, Rudolf Steiner, que integra "el espíritu, la alimentación y la libertad del individuo dentro de la comunidad".
Primeros simples pasos
Las frutillas y las frambuesas fueron las primeras frutas producidas por Interrupción durante su primer año de vida, luego siguió el aceite. Pasaron tres años para contar con 30 productores que confiaron en el proyecto, en ese entonces -año 2.003- un turista norteamericano se presentó como el camino directo al mercado internacional: "Taste me, do good", fue el lema con el que desembarcó en el país del Norte. La empresa fue en alza y tuvo la capacidad para incorporar muchas más producciones y lograron hacer venta directa a los grandes mercados. Con el sueño entre rieles se afianzaron: crearon un centro de responsabilidad social, un programa de generación de empleos, una organización de consumidores responsables responsables, etc.
Cumplido el año en las góndolas de los supermercados comenzaron a dar talleres de conciencia ciudadana en las escuelas. Fueron recibidas por más de 900 estudiantes. El proyecto que comenzó con 30 personas trabajando hoy tiene 8 mil trabajadores rurales "que reciben los beneficios del comercio justo en planes de viviendas, salud y educación comunitaria. Trabajan más de 9 mil hectáreas y cerraron el 2015 con más de 25 millones de unidades vendidas y ganancias de 15 millones de dólares auales.
Fuente: Infobae
Sábado, 16 de enero de 2016
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