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Economía Entre el salto de la carne y una banda más chica para el dólar Hay un aumento fuerte de las exportaciones a China. Y eso potenció la suba del precios.
El precio del novillo en el mercado de Liniers aumentó 13% en el mes, acumuló 50% desde diciembre y reabrió la grieta tradicional de la economía argentina entre incrementar las exportaciones de productos con precios ligados al dólar y su impacto en la inflación.
Esta vez la suba del precio vino de la mano de las mayores compras por parte de China, que se traducirían en una suba importante de las exportaciones del sector.
La exportación de carne vacuna viene creciendo a paso acelerado en los últimos dos años: en 2018 treparon 77% en cantidades y más del 50% en valores, lo que le permitió a la Argentina pasar de ser el 14° exportador mundial en 2017 a ser el séptimo el año pasado.
La otra cara del aumento de las ventas al exterior al calor del dólar alto es el golpe al bolsillo en el mercado doméstico, que en febrero se potencia con la suba de 13% mencionada y que adquiere un peso significativo en el índice.
La carne, producto clave para de las familias argentinas (somos el segundo consumidor mundial con 60 kg por persona por año), representa por sí sola 15% del rubro alimentos y bebidas dentro del índice de precios al consumidor.
Y ese peso se refleja con intensidad este mes, cuando la inflación minorista llegaría a 4% y, según los cálculos de la consultora EcoGo que dirige Marina Dal Poggetto, podría ser de 3,1% si se excluye el rubro carne.
La carne aportaría casi un punto en forma autónoma a un índice que ya viene recargado por las subas de las tarifas de luz, gas y transporte.
El caso de la carne escribe un capítulo más en la cíclica historia de que si se prohíben las exportaciones,como ocurrió en 2006, y se atrasa el dólar, se logra abastecer al mercado interno por un tiempo pero después se desalientan las inversiones y cae el stock ganadero, como sucedió entre 2006 y 2010 cuando se derrumbó un 13%.
Después vino la sequía de 2009 y la disparada de 70% del precio frente a una inflación de 23%. La caída de la oferta siempre se cobra revancha.
La contracara es un dólar alto y mejores condiciones para la exportación, que se traducen en un aumento del precio doméstico que impacta de lleno en el consumo de la gente.
Una inflación prevista de 4% para este mes reactiva la discusión sobre el rol del dólar quieto para apaciguar los precios de los productos exportables y las expectativas.
La experiencia de la semana anterior, cuando el dólar subió 2% en dos días y desató una ola de tensión que tuvo como respuesta una suba de casi cinco puntos en la tasa de interés por parte del Banco Central para serenar los ánimos, encendió las luces rojas de los tableros de control de los bancos y del Gobierno.
Si bien subiendo las tasas de las letras de liquidez (Leliq) a 50,07% anual el Central logró "pegar" al dólar al piso de la banda cambiaria, también sacó a flote el riesgo de no poder vender divisas dentro de esa banda cómo lo acordó con el FMI.
Esa banda cambiaria tiene como piso un dólar de $38,56 y un techo de $49,90 con una amplitud de 29% que indicaría que la divisa podría subir en esa magnitud y el Central sólo tendría la espada de subir la tasa de interés.
Son varios los economistas que vienen batallando con la necesidad de que el Gobierno achique la distancia entre puntas de la banda para evitar la incertidumbre que genera un dólar que no esté pegado al piso.
Además, porque ya está claramente comprobado que la inestabilidad cambiaria se traduce en más inflación y es un argumento muy potente para frenar la actividad económica.
Otra vía para encarar el problema la formuló el economista Miguel Angel Broda, cuando la semana pasada dijo que el Gobierno estaba negociando con el Fondo Monetario que le autorice a usar unos US$ 8.000 millones de las reservas para enfrentar posibles saltos del dólar en la cercanía de las elecciones de octubre. El Gobierno no emitió opinión.
Los dos caminos tienen como trasfondo la creencia de que en algún momento del año electoral habrá episodios cambiarios de la mano de una supuesta dolarización de las carteras de inversión.
Dentro y fuera del Banco Central se dibujan escenarios sobre el alcance que podría tener ese movimiento partiendo de la premisa de que la política que lleva adelante Guido Sandleris tiene como norte un crecimiento cero para la cantidad de dinero.
Lo que calculan es cuántos dólares de más podría comprar la gente con los pesos que están en circulación.
La cifra que circula, tal vez optimista, ubica esas compras en US$ 5.000 millones, un monto que no debería desvelar a Sandleris, siempre y cuando el FMI autorice las intervenciones en el mercado cambiario, aún en el caso de que el dólar no llegue a tocar los $50.
Para el Gobierno la flotación de la divisa sin intervención dentro de la banda constituye una señal clara respecto a que no buscará atrasar al dólar y que eso le acercará divisas de las exportaciones.
Pero la inflación gana un preocupante protagonismo y en eso los movimientos del dólar tienen mucho que ver. Habrá qué esperar para ver que pesa más.
Fuente: Clarín
Miércoles, 27 de febrero de 2019
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