Opinión No comienzan las clases ¿De quien es la culpa? Cuando este título se lea, intervendrán en sus mentes pensamientos automatizados, “de los K, se robaron todo, ¡no dejaron nada!”, “de este gobierno que saquea todo, ¡no va a dejar nada!”. Estas respuestas son cotidianas en nuestra realidad. Como jóvenes estudiantes queremos realizar un análisis del problema que implica que un año más no comiencen las clases en tiempo y forma, analizando todos los eslabones, sin tirarle la pelota a uno en particular, y tomándolo al problema como social, haciendo de su causa como de su solución una responsabilidad de todos. Queremos destacar que si hoy tenemos la suficiente capacidad y criticidad para redactar esta nota es gracias a esas personas que pusieron su cuerpo y sabiduría en formarnos como ciudadanos pero antes como personas, gracias de todo corazón a los docentes, ejes fundamentales de nuestro futuro. El destino de esta nota es ir más allá de la nebulosa generada por sistemas políticos, económicos, mediáticos empoderados, con claros objetivos. Ante cualquier problema de resonancia a nivel nacional la sociedad tiende siempre a la división, se generan grietas en las posturas, se enfrentan a sectores que son víctimas, se divide la opinión. Estos grupos minúsculos de personas con gran rango de poder buscan esto, se benefician con esto. Alejarnos un poco de esa opinión pública manipulada que nos consume diariamente nos permitirá analizar los problemas, más aun, las causas que los genera. Asumiendo que este no es un problema de la actualidad, pareciera que ya que es normal que la clases no comiencen a tiempo. -¡Quieren a los estudiantes más brutos para que después los voten, no los quieren críticos!- Esta carta es una demostración de la vil ignorancia que contiene esta frase, pues queremos analizar objetivamente el problema que significa un no comienzo de clases en tiempo y forma. Si empezamos a deshilachar el problema nos encontraremos con cuestiones que no hacen a la política de estado ni a los docentes, si no que van más allá. Hablamos de elementos culturales que forman parte de la sociedad. Estudiantes, profesores, padres influyen en situaciones enviciadas que se hacen pasar como cotidianas y con el pasar del tiempo se automatizan. Las cuales no hacen a una construcción educativa, más bien lo contrario. Por ejemplo, la innumerable cantidad de veces que con nuestros compañeros nos alegrábamos cuando había paro los primeros días de clases, nos alegraba poder dormir mientras tendríamos que estar en el aula, aprendiendo. Si queremos aspirar a una educación pública del más alto grado en términos educativos debemos tener, mínimo, el rango horario establecido dentro del aula. Si no, no solamente estamos perdiendo calidad eduativa, sino también estamos (como defensores de la educación pública, gratuita y universal) dando pie a que las instituciones privadas tengan mayores argumentos para captar estudiantes del sector público. Como agradecidos que somos hacia la personas que insertaron sus conocimientos, con dedicación y sacrificio, para que nosotros seamos lo más independientes posibles en nuestro carácter de pensadores que toman decisiones diariamente, no podemos dejar de lado que el profesor es un trabajador más, con derechos como cualquier otro, que tiene una familia a la cual hacer crecer, no solo mantener, ni llegar a fin de mes, si no también disfrutar momentos con ella, comprarle cosas, viajar, etc. Ante ningún interés ajeno debemos perder la percepción de los trabajadores como personas, no perder la empatía por el que está de nuestro lado, más aun si este es el que día a día, tarde a tarde, construye y genera los cimientos de nuestro futuro. En el ámbito nacional las políticas que se llevan a cabo no logran frenar la inflación , afectando directamente al bolsillo, sumado al aumento constante y cotidiano de todos los servicios; un presupuesto que sufre ajustes en los sectores más elementales del desarrollo como el educativo. Todos estos factores afectan la realidad diaria de nuestros trabajadores, de nuestros docentes. No debemos dejar de analizar y/o entender el presente económico que vive nuestro país, conjunto a este, nuestra provincia. Comprender que nuestro sistema financiero provincial esta con serios problemas, haciendo que dependamos plenamente de una coparticipación para pagar sueldos, que la mayoría de veces los números cierran pendiendo de un hilo, hay que tomar nota de la realidad económica que vivimos. Por todo ello entendemos que tomar otras medidas de fuerza que respete nuestro derecho a la educación también hace a la democratización de este problema. Cualquier problema que afecte al sistema educativo también lo hace, directa o indirectamente, al estudiante. Por lo tanto lo convierte en un eje necesario de la solución. En vez de que la medida de fuerza sea la recesión completa de las actividades nosotros proponemos una recesión parcial. Que se llamen a clases, que asistamos, que a través de una organización estudiantil nos sumemos a la lucha con los profesores para que el reclamo sea mutuo. Si el sueldo no le alcanza a mi profesor también es un problema mío, yo también voy a reclamar con ellos. De esta forma no estaremos durmiendo en nuestra casa mientras hay un problema que nos está afectando fuera. Vamos a estar juntos, reclamando con ellos. No vamos a dejar que se los ponga como eje del problema pero tampoco queremos que se comprometa nuestro futuro. Sostenemos a viva voz que el presupuesto nacional en vez de bajar, como lo hace, debe subir. Destinar presupuesto a la educación es destinar presupuesto a las nuevas generaciones, nuestros próximos médicos, senadores, presidentes, etc. La educación se debe a sí misma una transformación, pero no podemos pensar en esta sin unos docentes bien pagos. No podemos pensar en un futuro victorioso sin los estudiantes en el colegio. Debemos entender que todos somos parte del problema como también debemos ser agentes de la solución. No es mágica, ni cae del cielo, debemos construirla día a día, desde la casa, desde el trabajo, desde la escuela. Entendiendo al otro, empatizando con este, siendo más crítico, tomando nota de todo, analizando las noticias antes der ser un mero repetidor, aportando desde nuestro lugar bases para esa sociedad justa y formada que, a pesar de posturas distintas, todos buscamos. Este deseo a futuro debe ser el eje que nos una, haciéndonos parte de una misma lucha, integrándonos a todos como piezas fundamentales. Entender que la educación sin profesores escuchados y valorados no es educación, pero tampoco lo es con estudiantes sin clases. El problema no es indiviudal, es colectivo. Por ende la solución también debe serlo, desde la casa hasta el trabajo, aportemos todos para una educación pública, gratuita y universal del más alto nivel educativo que ponga a los estudiantes orgullosos de sus profesores y a los profesores orgullos de sus estudiantes, herramienta fundamental para una transformación real de nuestro sistema educativo.
Por: Marianela Pacce y Javier Blanco Roa DNI: 43.112.052 42.216.836
Miércoles, 7 de marzo de 2018
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