Internacionales La Iglesia pidió cerrar la grieta y habló también sobre corrupción El arzobispo de Tucumán solicitó 'un diálogo franco y sincero con todos para construir una cultura del encuentro en la Patria, sin excluir a nadie, sino incluyendo a todos y privilegiando a los más pobres'. La Iglesia Católica hizo ayer un fuerte llamado a la unidad de los argentinos para superar "la grieta" social, así como una clara advertencia sobre la pobreza y la corrupción. Fue durante la homilía que pronunció el arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Horacio Zecca, en el tedeum del Bicentenario de la Independencia, que tuvo lugar en la Catedral de esta capital y contó con la presencia del presidente Mauricio Macri. "No es un día para ahondar la grieta, sino para recoger en el pasado líneas inspiradoras de la vida y agradecer, celebrar y mirar hacia adelante", expresó Zecca, ante la atenta mirada de Macri, quien se sentó en primera fila, frente al altar, de la mano de su esposa, Juliana Awada. De la ceremonia también participaron la vicepresidenta, Gabriela Michetti, gobernadores provinciales, miembros de los tres poderes del Estado nacional y representantes de países extranjeros, entre ellos el rey emérito de España, Juan Carlos. En su mensaje, el arzobispo de Tucumán instó a hacer realidad en el país "el clima de unidad, fraternidad y comunión que soñaron los padres de la Patria". Sin embargo, advirtió que "el ideal de vivir la Argentina como una gran familia, donde la fraternidad, la solidaridad y el bien común incluyan a todos los que peregrinamos en su historia, está muy lejos de haberse alcanzado". Zecca habló en nombre del Episcopado y reiteró la predisposición de la Iglesia para acompañar "un diálogo franco y sincero con todos para construir una cultura del encuentro en la Patria, sin excluir a nadie, sino incluyendo a todos y privilegiando a los más pobres". Luego, el prelado destacó el valor de la libertad como eslabón primordial de la dignidad humana y como "el camino para optar entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio". En tono sutil y apelando a un lenguaje elíptico para cuestionar a la clase política (en su homilía no mencionó ni una sola vez la palabra "corrupción") el arzobispo de Tucumán advirtió que "necesariamente, la libertad debe realizarse en un horizonte de verdad". Y agregó: "Así como no hay libertad humana sin verdad, tampoco hay amor sin verdad. Una cultura que exalte el amor sin referencia a la verdad queda prisionera de los sentimientos y, en la misma medida, tampoco es libre". Luego, sostuvo que "los argentinos tenemos ante nuestros ojos el desafío de comenzar el tercer centenario haciendo de la libertad la piedra de toque de una sociedad verdaderamente pluralista y democrática"; y aclaró que "para ello hemos de redescubrir el sentido de la ley, de las instituciones, de la autoridad -que no es autoritarismo-, del capital, del trabajo y, desde luego, del delicado equilibrio que debe haber entre verdad, diálogo y consenso". A continuación, Zecca opinó que "no hay consenso sino donde hay diálogo y no hay diálogo sino donde hay una verdad anterior y superior al diálogo de la que nadie es dueño". Tras recordar que "en democracia las leyes y, en general, las opciones prudenciales, se deciden por mayoría", señaló que "la mayoría no tiene siempre la razón porque el consenso -aun supuesto que en todos los casos lo hubiera- no crea la verdad". Al final del tedeum, el secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Carlos Humberto Malfa, obispo de Chascomús, leyó la carta que el Papa envió a los argentinos por la fecha patria, en la que advirtió que la "patria no se vende" y exhortó a estar "cerca de los argentinos más llagados por la pobreza, la desocupación y las esclavitudes modernas de la trata y la droga". En tanto, en un hecho inédito en la historia del tedeum patrio, representantes de distintos credos subieron al púlpito y realizaron una oración para reflexionar sobre la fecha patria, con un mensaje conciliador, en el que se llamó a la unidad del pueblo argentino. Como cierre de la ceremonia religiosa, se rezó la Oración a la Patria que los obispos escribieron en plena crisis 2001-2002.
Fuente: Diario Primera Línea.
Domingo, 10 de julio de 2016
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