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Paris El museo del Louvre cerró y evacúa sus obras por los riesgos de inundación El río Sena, que pasa al constado del museo más visitado del mundo, superó los cinco metros de caudal.
Los costarricenses Carolina y Juan se acercan hasta la pirámide del Louvre, entrada en mano comprada hace unos días por internet. El sueño de Carolina es mostrarle a Juan algunas de esas obras que ella ya vio en su primer visita a París pero que él todavía no conoce.
Pasearon previamente por Notre Dame, cruzaron algunos puentes, y el Louvre es el programa del viernes a la noche. La pareja quiere aprovechar de la apertura nocturna que el museo propone este día, habitualmente abierto hasta las 22 horas.
Al llegar, empiezan a leer los carteles que rodean la pirámide y la cara les cambia: debido a las fuertes lluvias que caen casi sin parar desde hace una semana, el museo cerró sus puertas.
La escena se repite con cada nuevo visitante que llega: lectura de cartel, pregunta a los agentes de seguridad para cerciorarse de que el museo está realmente cerrado, expresión de desilusión y mirada de despedida a la pirámide antes de emprender camino hacia el Arco de Triunfo o la torre Eiffel.
Por la crecida inusual del Sena, que debería alcanzar su pico más alto (6,5 metros) durante la noche del viernes, la dirección del museo activó el jueves la célula de crisis prevista en el plan de prevención de riesgos de inundación.
Si bien no hubo por el momento ninguna infiltración de agua, el museo está en "alerta general" y, como medida preventiva, decidió cerrar hoy para poder evacuar las obras situadas en zonas inundables hacia pisos seguros.
Desde el Louvre confirmaron a La Nación que la medida se extenderá en principio hasta el martes pero que el calendario se determinará según cómo continúe la crecida.
Máximo caudal
Desde la municipalidad precisaron que, según las previsiones, el Sena debería alcanzar su punto máximo esta noche para luego entrar en un "efecto meseta" durante varios días, en los cuales las aguas se mantendrán a 6,5 metros antes de empezar a bajar progresivamente. Volver a niveles normales podría tomar hasta dos semanas.
Dentro del museo, los especialistas de cada departamento ayudados por cientos de voluntarios del establecimiento trabajarán durante toda la noche para desplazar las 150.000 obras que estaban en las reservas.
"En su gran mayoría son antigüedades griegas y arte del islam que serán mudadas a los pisos superiores pero que se quedan dentro del museo.
Hay muchas piezas arqueológicas. Exponemos sólo 10 o 15 partes de un jarrón o de un florero porque al público le alcanza con ver eso, pero debajo guardamos otros 400 que son diariamente estudiados por arqueólogos y académicos", explican desde el museo en diálogo con La Nación.
La dirección calcula que, para desplazar todo, se necesitarán 72 horas. Los especialistas que conocen en detalle cada una de las obras desplazadas indican y aconsejan al resto de los equipos de qué manera deben ser efectuados los traslados, a través de ascensores y montacargas.
El plan de prevención instaurado en el Louvre desde el 2002 incluye la creación de un repertorio de las obras que deben ser subidas a pisos más altos, ejercicios regulares con el personal, la instalación de un dispositivo para bombear y reducir la propagación de las aguas, y hasta la posibilidad de mudar las obras a Liévin, en el norte de Francia, donde se ubicaron los nuevos depósitos del museo. Esta última etapa no está prevista por ahora.
El plan de prevención se activa cuando la crecida del Sena llega a los 5,08 metros, un tope fijado con el objetivo de que el personal disponga de las 72 horas necesarias para hacer todos estos movimientos antes de que el museo se inunde. Ese tope fue alcanzado ayer a la mañana.
Más visitado del mundo
Con 9 millones de visitas al año, el Louvre es el museo más frecuentado del mundo. Cada día ingresan 35.000 personas, aunque la cifra no hizo dudar en ningún momento a la dirección.
"Somos los guardianes de un tesoro inestimable y nuestra misión es protegerlo y conservarlo para las futuras generaciones", explican desde el establecimiento, donde hora tras hora deciden cómo continúa la mudanza.
Habitualmente repleto de turistas, el centro comercial construido debajo de la pirámide está vacío. No se ven las filas tradicionales en Apple, Starbucks ni en el resto de las boutiques. Ni siquiera para ir al baño.
"Hoy hicimos la mitad de ventas que un día normal", cuenta uno de los vendedores de la perfumería Fragonard. Los agentes de seguridad del Carrousel del Louvre, obligados a inspeccionar los bolsos de los que entran, están sentados y charlan de fútbol.
Arriba, alrededor de la pirámide, los chicos corretean y los turistas sacan fotos de lo que pueden. Ver el Louvre de día y sin esas serpientes humanas que se forman en los costados del museo, con visitantes que esperan para ingresar, es un escenario atípico y casi desolador.
Tres amigas rosarinas acaban de entender que quizás no puedan conocer el Louvre por dentro. Vinieron con los días contados, se quedan hasta el lunes, y el museo en principio está cerrado hasta el martes.
"Gran desazón", lanza Virginia De Marco. Mira con tristeza la pirámide y rápidamente agarra el plano de París para ver hacia donde irán.
"Yo insistiría hasta la última instancia", dice Verónica Roldán, que decidió viajar a esta ciudad luego de leer Caballos de Fuego y el Código Da Vinci. A los pocos minutos, la decisión está tomada: se irán caminando hasta la torre Eiffel. Lorena De La Calle remata: "¡Subamos a la torre antes de que también la cierren!".
Fuente: La Nación
Viernes, 3 de junio de 2016
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