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Sociedad La Polaca, la mujer que desnudó la trata en la Argentina de los ‘30 Cómo operaban las redes de trata en la primera mitad del siglo XX. La valentía de una mujer puso al descubierto una red de proxenetas y un decreto de expulsión de extranjeros firmado por el dictador José Félix Uriburu. Gracias a sus testimonios, se reveló el Buenos Aires prostibulario de las primeras décadas del Siglo XX.
En mayo de 1930, la vida porteña de los bajos fondos salió a la luz. Los diarios publicaron el relato de una viuda polaca obligada a prostituirse en los burdeles de la Zwi Migdal. Tenía 29 años y dijo que se llamaba Raquel Liberman*. Adoptó ese nombre para proteger a sus hijos de la vergüenza y de las represalias de sus captores.
Ellos integraban una organización de cientos de personas dedicada a explotar los cuerpos de mujeres que convertían en esclavas sexuales.
Liberman llegó a la Argentina en 1924. Fue una de los tantos inmigrantes europeos que escapaban del hambre de posguerra. Los gobiernos latinoamericanos favorecían esa política migratoria para agilizar el proceso de formación de una economía de mercado. En el barco, un judío polaco le habló a Raquel en idish, su idioma materno.
Cuando llegó a Tapalqué, en el centro de la provincia de Buenos Aires se casó con un hombre enfermo que murió al poco tiempo. Se quedó sola y con dos niños a cargo. La hermana de su marido la llevó a Buenos Aires, junto a su esposo buscaron al hombre que la había contactado en el barco y “la vendieron”.
El de Raquel fue el destino de otras muchas migrantes. El matrimonio radicado en la tierra promisoria de Tapalqué trabó lazos con la red de tratantes que operaba los prostíbulos de la Sociedad Varsovia, “un artístico camouflage de la beneficencia”, como describía por ese entonces El Diario, dirigido por Manuel Lainez.
La organización, que se fundó en 1906, cambió el nombre en 1926 por el de uno de sus primeros integrantes: Zwi Migdal. En sus actas declaraba la “beneficencia” como su fin social. Pero la declaración de Liberman ante el juez Carlos Rodríguez Ocampo abrió el grifo. El juez ordenó el allanamiento de la sede que la sociedad tenía en calle Córdoba 3280 y los documentos hallados dejaron al descubierto una red de esclavistas sexuales.
Se libraron más de 450 órdenes de detención contra conocidos delincuentes de Buenos Aires, del interior de la provincia y de Rosario. Las autoridades policiales llegaron a Tapalqué en búsqueda de los cuñados de Raquel. Los prostíbulos en ciudades y pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires no eran extraños: había en Chacabuco, Campana, Nueve de Julio y San Fernando.
El Diario Crítica se hizo eco: decían que el propio Rodríguez Ocampo les había pedido que hicieran pública la noticia de que “todas las víctimas serán debidamente protegidas” de los “los traficantes amorales”. Poco a poco, la causa que involucraba a hombres adinerados se fue desgajando. Las crónicas de la época hablan de cientos de detenidos y el procesamiento de 108 proxenetas.
Fuente: Infojus
Miércoles, 23 de septiembre de 2015
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