Salud Tener callos y durezas es bueno para el pie Lo protegen sin comprometer su sensibilidad táctil ni la forma de caminar, a diferencia del calzado moderno acolchado.
Hace unos seis millones de años, nuestros antepasados pasaron de desplazarse a cuatro patas a hacerlo erguidos. Y nosotros, los humanos modernos, caminamos así, descalzos, desde que aparecimos unos 200.000 mil años atrás hasta hace apenas 8000 años, cuando empezamos a calzarnos, gracias a la solución de ingeniería natural de la evolución para proteger de forma eficiente el pie: los callos y las durezas.
Y resulta que esta ahora denostada piel endurecida y más gruesa que se forma en talones, planta y algunos dedos como consecuencia de la fricción con otras superficies, protege el pie sin comprometer su sensibilidad ni la forma de caminar, a diferencia del calzado moderno acolchado. Es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard (Cambridge, EE.UU.), tras estudiar minuciosamente los pies y andares de 81 personas adultas de Kenia y de 22 del área de Boston, en EE.UU., publicado la semana pasada en Nature.
Como era de esperar, los investigadores, liderados por Daniel Lieberman, del Departamento de Biología Evolutiva, han visto que quienes van generalmente sin zapatos tienen callos un 30% más duros y gruesos que aquellos que suelen ir calzados. No obstante, los callos y durezas, que protegen el pie frente a posibles lesiones como las suelas del calzado, permiten preservar la sensación al caminar del tipo de suelo, lo que es crucial para mantener el equilibrio y para mejorar la seguridad en superficies que pueden resultar resbaladizas, abrasivas o peligrosas.
Según los investigadores, el calzado con suela fina y dura, como las sandalias o los mocasines, proporciona una protección y sensibilidad similar a la de los callos, por lo que podría resultar muy útil para personas mayores, por ejemplo, para ayudarlas a mantener mejor el equilibrio y reducir el riesgo de caídas. O para gimnastas.
En cambio, los zapatos modernos acolchados, aunque protegen frente a posibles golpes, también reducen la sensibilidad y, sobre todo, parecen alterar las fuerzas transmitidas desde el talón a las articulaciones, lo que podría generar problemas musculares y esqueléticos.
Según los investigadores, el calzado con suela fina y dura, como las sandalias o los mocasines, proporciona una protección y sensibilidad similar a la de los callos, por lo que podría resultar muy útil para personas mayores, por ejemplo, para ayudarlas a mantener mejor el equilibrio y reducir el riesgo de caídas. O para gimnastas. “Los pies son muy sensibles. Permiten desde sensaciones placenteras como las de caminar descalzos por la playa, pero también nos duelen si lo hacemos por encima de rocas puntiagudas”, explica en un artículo que acompaña al estudio que publica Nature Kristian D’Août, investigador del Departamento de Biología Musculo esquelética de la Universidad de Liverpool. “Y eso es muy útil porque los nervios del cuerpo ubicados en la planta del pie envían esa información para ajustar nuestra postura y forma de caminar, de manera similar a como las yemas de los dedos nos permiten manipular objetos”, añade.
Los callos son áreas más gruesas de la capa exterior de la epidermis que se suelen formar en humanos y otros animales cuando la piel se expone a una alta fricción. La fricción genera un proceso de proliferación de queratinocitos en la capa más profunda de la piel, que emigran hacia la capa exterior. Allí, en lugar de diferenciarse en células planas, mantienen una forma voluminosa. La cantidad de queratinocitos que haya junto con una falta de hidratación es lo que provoca que los callos sean más gruesos y persistentes. Y aunque pueden causar problemas en algunas personas, los callos y durezas suelen ser a cambio de juanetes y pies planos, nada frecuentes en quienes caminan descalzos.
En este trabajo, los autores midieron usando ultrasonido el grosor de los callos y durezas de los pies de personas, algunas de las cuales siempre usan calzado y otras, nunca. Analizaron las propiedades mecánicas de la planta del pie, de la piel, su resistencia, y observaron que era más dura y gruesa en quienes no llevaban zapatos.
Miércoles, 10 de julio de 2019
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