Brasil Porto Seguro: playas soñadas y caipirinha para despuntar el ocio En el sur del estado de Bahía, Porto Seguro se prepara para la temporada. Historias de conquistadores, tortugas marinas y lo mejor de Arraial D’Ajuda y Trancoso.
Ese sólo es el punto de partida del recorrido por esta zona del extenso estado de Bahía, una región que ofrece playas, la pasión por la música forró, la pesca, la magia del desove de las tortugas marinas, el legado cultural de los originarios pobladores pataxó, la noche de Arraial D’Ajuda y el dulce encanto de Trancoso.
Porto Seguro
Durante el verano, algunos vuelos charter llegan sin escala desde Buenos Aires a esta ciudad famosa por su historia y sus apacibles playas para toda la familia. Cabecera de un municipio con 200 mil habitantes, el turista que llega en auto es sorprendido por una carretera principal sin luces. El motivo es respetar el desove de las tortugas marinas, que habitan en sus playas. El suelo arcilloso no permite realizar grandes edificaciones, así que las casas y hoteles no superan los tres pisos de altura.
La visita al centro histórico, que luce sus iglesias y casas coloniales detenidas en el tiempo, es un paseo obligado. Y, como sucede en esta región, todos llegan atraídos por las playas. Las familias suelen elegir Muta, con arena blanca como el talco y sin olas, donde el cielo es surcado por aviones ultralivianos; también han ganado fama internacional Ponta Grande, Mundaí y Coroa Vermelha, con una pintoresca feria de artesanías.
En otros tiempos, Porto Seguro era el destino elegido por los adolescentes brasileños para sus viajes de fin de curso. Aún se ven las discotecas y las fiestas en la playa, pero también abundan los hoteles familiares y las cabañas. A la noche se organizan “luaus”, fiestas que combinan las melodías del axé y el forró, los dos ritmos más escuchados en la zona.
Arraial D’Ajuda
Rodeada de selva y de acantilados, con calles empedradas y cierto espíritu bohemio, este lugar fue clave como centro de apoyo de Porto Seguro en la época de la conquista portuguesa. Luego se transformó en una aldea de pescadores y ahora es un destino turístico muy popular. El punto de partida para recorrerlo es la iglesia Nossa Señora D’Ajuda (construida en 1551), que ofrece una vista privilegiada del mar. Algunas playas tienen arrecifes que forman grandes piletas naturales, amplias extensiones de arena blanca y manglares con vista al mar. En total, son 18 kilómetros de playas para todos los gustos.
“Este lugar está lleno de argentinos. Se radicaron tras la crisis de 2001”, dice el guía Gil, mientras caminamos por las dos calles más importantes del pueblo. En Bróduei se encuentra la mayor parte de los locales de artesanías y Mucugé concentran los bares y los restaurantes. Las principales propuestas van desde un apacible show de música en vivo hasta un estridente boliche con música electrónica. O, claro, una caminata por esas calles empedradas hasta llegar a ver la luna llena reflejada en el mar.
Trancoso
Decir que este pueblo ubicado a 26 kilómetros de Porto Seguro es un encanto no describe nada de su espíritu. Quizá para hacerle honor habría que contar que está diseñado con una calle central de arena que desemboca en el mar, que el “Quadrado” es un centro histórico que conserva intacta la estructura de población jesuítica o que su iluminación pública son los farolitos de los bares y restaurantes. Además, en todo momento se respira una atmósfera de domingo, aunque se trate de un día de semana a la tarde. Las consagradas cantantes Gal Costa y Elis Regina se cuentan entre las figuras que, en algún momento de sus vidas, eligieron este lugar, construido sobre una colina, para descansar.
La experiencia será siempre apacible, de caminata por las veredas de las posadas y los bares o de silencio al mirar el mar desde el mirador ubicado detrás de la iglesia de San Juan Bautista, inaugurada en 1586 por los jesuitas para catequizar a los pobladores nativos. Se ven las playas de mar abierto, con pequeños ríos que forman manglares.
A la hora de disfrutar de la playa, Trancoso tiene un menú amplio, desde la popular Praia dos Nativos hasta la playa apacible y llena de arrecifes Itapororoca. La gran vedette del lugar es Praia do Espelho, que figura entre las más atractivas de Brasil. El mérito lo tiene bien ganado por sus acantilados, el azul del mar y las piscinas naturales formadas por los arrecifes.
A la hora del banquete, esta región de Brasil ofrece una gran variedad de pescados y mariscos, la crujiente tapioca con harina de mandioca y frutas deliciosas. Cuando el viaje va terminando, llegan a la mente algunas escenas, pequeños momentos frondosos. El primer trago de una caipiriña de maracuyá, una siesta exuberante en una reposera y el mar, que, como el cielo, está por todas partes a nuestro lado.
Fuente: Clarín
Domingo, 3 de enero de 2016
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