Economía Por primera vez en una década se prevé caída del PBI en un año electoral La economía argentina enfrenta tiempos de persistencia de desequilibrios macro: Una inflación elevada que sumada a la caída del PBI, provoca estanflación (inflación sin crecimiento). A eso se le agregan los efectos de la devaluación y las tasas de interés de más de 66% anual a 10 días; lo que genera un cóctel explosivo para las empresas y consumidores en su día a día.
Pero este año, todo indica que sucederá algo que hace una década no ocurría. En un año de elecciones, el PBI caerá en términos reales (sin efecto de aumento de precios) en torno al 1,2%, según la estimación revisada del Fondo Monetario Internacional.
Es por eso que la relación que se veía desde 2011 en años de elecciones, con un mayor aumento del gasto público y atraso cambiario que incentiva la reactivación, se quiebra.
Por el contrario, en años de no elecciones (años pares), en donde se producen correcciones cambiarias, dado que no encuentra el freno del frente electoral latente, genera presión en los precios y la economía caía.
Teniendo en cuenta el promedio del producto para el segundo mandato de Cristina Kirchner (2011-2015) el PBI creció 0,4% acumulativo por año; mientras que para Mauricio Macri si se contabiliza la caída esperada de 1,2% para el 2019 arroja una recesión acumulada a un ritmo de 0,77% por año.
En el agregado de los dos períodos la economía retrocedió 1,5% nominal, a una tasa de 0,18% por año, pero que ajustada por el crecimiento de la población de 8,9%, según la variación del último censo, significó una contracción real en los 8 años de 9,6%, a un ritmo cercano a 1,2% acumulativo por año.
Por otra parte el PBI per cápita en dólares, que representa la riqueza por habitante, está en niveles algo inferiores a los de 2010. Se proyecta para este año que caerá a poco más de USD 10.000. Esto significa que el grado bienestar es prácticamente similar al de una década atrás, no mejoró nada.
La volatilidad de la economía, en un sendero mediocre de alza y baja de la actividad y persistencia de alta inflación, impide el progreso absoluto de la población en su conjunto, y el atraso relativo al desarrollo que muestran la mayor parte de las 220 economías del mundo.
En el promedio general, el nivel del PBI mundial aumentó desde 2011 un 27,6%. Por eso la participación relativa de la Argentina que en 1980 era de 1,34% pasó 10 años después a 0,68 por ciento.
El ritmo de los precios
La inflación también está influenciada por el clima electoral. En años impares el promedio de precios al consumidor subió 28,4% en 2013; 27,5% en 2015 y 24,6% en 2017. Mientras que en los que no hubo elecciones fue de 38,5% en 2014; se aceleró a 40,3% en 2016 y terminó en 47,6% en 2018. Para este año se pronostica una desaceleración a un piso de 36 por ciento.
Semejantes fluctuaciones derivan en situaciones de atrasos y correcciones cambiarias que conspiran contra el desarrollo del comercio exterior; alimenta la tasa de riesgo país, que es el termómetro de la confianza de los inversores del resto del mundo; e impide fortalecer las finanzas públicas, porque debe destinar año tras año más ingresos para la cobertura del gasto social y menos para obras de infraestructura.
El Gobierno de Cambiemos intentó romper con la historia de stop & go, parar y crecer que no conduce al mismo lugar, sino a un claro deterioro del grado de bienestar de la población. Pero la magnitud de los desequilibrios, junto a claros desaciertos de algunas políticas y factores coyunturales inesperados, tanto en el frente interno, como inundaciones y sequías; y en el externo, guerras comerciales entre las grandes potencias, más la impaciencia de muchos de pretender resultados inmediatos, provocaron que el ciclo de modesto crecimiento en los años partes y leve receso en los impares, no se revirtiera.
Fuente: Infobae
Lunes, 15 de abril de 2019
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