Economía Se viene otro mega aumento en alimentos y peligra el objetivo de inflación baja en diciembre Molinos, principal fabricantes de productos alimenticios, comunicó a los supermercados una nueva lista de aumentos, que en algunos rubros llegan al 20%.
Molinos, principal fabricantes de productos alimenticios, comunicó a los supermercados una nueva lista de aumentos, que en algunos rubros llegan al 20%.
La empresa Molinos -máxima fabricantes de alimentos de la Argentina- anunció fuertes incrementos en los precios de una porción relevante de su variado catálogo. Los mismos empezarán a regir este mismo lunes.
La nueva lista llegó a las cadenas de supermercados y tiendas mayoristas el último viernes a última hora, sin previo aviso. Los aumentos arrancan en 4,3% y llegan hasta casi 17%, en el caso de algunas marcas de yerbas. En tanto que en fideos se ven remarcaciones de hasta 20%.
Esta medida es clave: Molinos fabrica varios de los productos que forman parte de la canasta básica alimentaria. Por lo tanto, su comportamiento tiene impacto tanto en la inflación como en el índice de la pobreza.
Los ajustes llegan justo cuando el Gobierno salió a festejar la desaceleración inflacionaria, con el índice del 3,2% de noviembre. El argumento oficial hace eje en que, tras el salto de la inflación de septiembre, octubre y el mes pasado, ya había concluido el denominado “pass through” (contagio) de la devaluación a los precios.
Un dato clave es que los valores de los productos de Molinos suelen ser tomados como referencia por el mercado alimenticio, a punto tal que varias compañías más pequeñas terminan acompañando la conducta de quien es líder indiscutido del segmento.
Lo llamativo de estas nuevas listas es que abarca a la mayoría de los productos: hay ajustes en fideos, arroz, aceites, yerbas, congelados, café, pan rallado, polvos para hacer tortas y hasta en “Vitina” y “Patitas”.
Un punteo por los principales incrementos:
-Fideos: los ajustes van del 4,3% al 4,8% e incluyen a las principales marcas: Matarazzo, Lucchetti y Terrabusi. Algunas pocas variedades de esas marcas tendrán remarcaciones de 20%.
-Arroz: suben hasta 16,8% (marca Máximo). Incluyen a todas las líneas: Gallo, Lucchetti, Máximo y Susarelli.
-Yerba: alzas de hasta 16,9%, como ocurre con Cruz de Malta. En “Chamigo”, la suba será de 8,2%, ya que la marca está incluida en el programa de “Precios Cuidados”.
-Aceites: subas de hasta 11,9% pero exclusivamente en “oliva”. Pero se trata de un ítem que se había movido el mes pasado, mientras el resto de los productos se había mantenido en calma.
-Café: Molinos aplicó un alza de entre 8,8% y 10,4% en su marca Arlistán, en las distintas presentaciones.
-Pan Rallado (Preferido): ajuste del 12,1%
-Congelados: aumento del 12,1% promedio. Entre los artículos con aumentos figuran las milanesas en sus distintas variantes. Las “Patitas”, por ejemplo, se encarecen 15,5%.
Salvo casos puntuales, como los señalados más arriba, estos son los primeros aumentos de Molinos en los últimos 60 días. Junto con la “paz cambiaria”, la empresa líder en el sector de los alimentos también había lanzado una verdadera tregua en sus listas de precios.
En algunas cadenas de supermercados minoristas y mayoristas se mostraban sorprendidos, justo antes del fin de semana, cuando recibieron las novedades por mail, ya que Molinos suele adelantar sus movimientos con varios días de antelación.
Por tratarse de la principal fabricante de alimentos, se mueve como un verdadero “formador de precios”. Sus decisiones son generalmente imitadas por sus competidores en el mercado.
Si bien en algunos nichos, como en fideos secos, aceites o arroces, manejan por lejos el mayor volumen de ventas, en otros rubros -como en café y yerbas- suelen marcar valores testigos para el resto de los jugadores.
Por eso mismo, los movimientos de Molinos son muy seguidas desde las oficinas oficiales. Y el viernes por la tarde había cierta preocupación en funcionarios del equipo económico, que fueron advertidos por iProfesional de estas novedades.
Descenso inflacionario en duda
En la hoja de ruta del Palacio de Hacienda -compartida por el Banco Central- figura una notable desaceleración en los precios para diciembre y también durante los meses del verano. La idea en el equipo económico es que la inflación tenga un tope del 2% promedio de cara a los próximos meses.
La estabilidad del dólar, al tope, y la baja de la inflación hacia esos niveles figuran como los previsibles “caballitos de batalla” de cara a la próxima campaña electoral.
Como la actividad económica y sobre todo el consumo seguirían pinchados durante los meses que vienen, la estrategia oficial hará eje -si todo sale dentro de lo planeado- en la estabilidad cambiaria y en la reducción de la inflación.
Los funcionarios ni siquiera se hacen ilusiones de una reactivación del consumo. En medio de semejante crisis, parecen darse por satisfechos con mantener al dólar dentro de las bandas acordadas con el FMI y con una inflación con tendencia bajista.
Las nuevas listas de Molinos amenazan con poner en crisis ese escenario virtuoso. Más por lo que puede insinuar que por el hecho en sí mismo. ¿Será, como afirman en el equipo económico, que el contagio a los precios de la última devaluación ya terminó? ¿O es que ahora prosigue una inercia inflacionaria que complicará el esquema ideado?
“No se puede descartar nada. La pelea es dura e intensa”, confiesa el funcionario que se anoticia de los incrementos en diálogo con iProfesional. De hecho, los valores de los alimentos vienen liderando los incrementos. Durante noviembre subieron 3,4%, dos décimas más que el promedio. Y apenas 1,1 punto menos que en octubre.
De esta manera, las alzas en ese rubro acumulan en 11 meses del año un 48,6%. En tanto que la inflación anual de alimentos el mes pasado bordeaba ya el 50%.
Con estos números a la vista, y aún en el -improbable- caso de que la inflación correspondiente a esta categoría caiga a cerca del 2% en diciembre, entonces en el año cerraría entre 52 y 53%.
El hecho de que la crisis provocara una sensible caída del consumo no termina de anclar los precios de los alimentos. Ni de los productos “secos” -que en épocas de malaria suelen ser los más buscado en reemplazo de los “frescos”- ni de éstos.
El pollo y la carne vacuna también vienen para arriba, básicamente por el impacto de la devaluación y de los costos de la logística. Se calcula que el 70% del kilo de pollo, por ejemplo, está atado a la evolución del dólar y de las tarifas.
El costado político de esta tensión inflacionaria luce previsible: si la comida se encarece, lo más probable es que también lo haga el índice de la pobreza. Es lo que acaba de publicar el Observatorio de la UCA, al marcar que este flagelo trepó al 33,6% de la población.
La dinámica tiene, a su vez, otra ineludible lectura política. Salvo el caso de Carlos Menem en 1995, ningún gobierno pudo ganar las elecciones en medio de una recesión en la historia argentina reciente.
Enemigo de tomar medidas que impliquen un control estatal sobre las conductas del sector privado, el Gobierno sigue jugado a que el apretón monetario y la consiguiente recesión aplaque la dinámica inflacionaria.
La historia económica reciente destaca que la inercia inflacionaria es muy difícil de batir en la Argentina. Por eso, el caso Molinos hizo sonar todas las alarmas.
Fuente: iProfesional
Lunes, 17 de diciembre de 2018
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