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Economía FMI, inflexible en un punto: no financiará corridas El organismo exige un “tipo de cambio competitivo”. No estaría lejos del actual. Los negociadores de Washington no quieren que el dinero del Fondo se destine a cubrir salidas de depósitos a dólares a bajo valor. Los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) dejaron claro a los negociadores argentinos que están dispuestos a ser flexibles y, relativamente, poco exigentes en muchas de las metas que la Argentina deberá cumplir, al menos por dos años. Pero un punto será indiscutible: el dinero que se preste vía el acuerdo stand by no podrá ser utilizado para cubrir una corrida cambiaria. Y mucho menos financiarla.
Así lo dejaron en claro tanto el director gerente para el Hermisferio Occidental, Alejandro Werner -que a nombre de Chistine Lagarde fiscaliza las negociaciones- como el jefe del caso argentino, el italiano Roberto Caldarelli. Ambos le están demostrando a los enviados del Gobierno de Mauricio Macri que no serán ellos los que pongan trabas imposibles para que las negociaciones no tengan un final feliz. Si bien los términos del acuerdo aún no se resolvieron, al menos en apariencia, los hombres de Washington estarían mostrando posiciones flexibles ante las propuestas argentinas. Por lo que se sabe, habrá pocas sorpresas, al menos para este año. Los números de déficit fiscal que el Ministerio de Hacienda de Nicolás Dujovne estaría mostrando y podría cumplir para 2018, podrían ser aceptados por el FMI. Esto es, un desequilibrio primario de 2,5% a 2,7%. La evolución de la recaudación y la voluntad de continuar ajustando gastos fueron anotadas por Caldarelli y compañía. Se asegura además en Buenos Aires que desde la capital norteamericana se anotará como un gesto positivo a favor del acuerdo, el casi inevitable veto que Macri hará del proyecto de ley que retrotrae el nivel de tarifas de servicios públicos a diciembre. En algún momento de las charlas en Washington se habló del potencial costo fiscal de una decisión de este tipo, lo que llevaría el déficit primario de este año (tal como adelantó ayer este diario) a un 3,5% del PBI. Un porcentaje imposible de aceptar tanto por la administración Macri. Mucho menos por los fiscalizadores del FMI. La mención del veto trajo tranquilidad en Washington. Para más adelante en las discusiones vendrá el debate sobre el porcentaje de déficit fiscal para 2019.
Más difíciles están siendo las discusiones sobre las metas inflacionarias y las monetarias. Pero, desde Buenos Aires, hay optimismo también en este capítulo. Al menos se espera que los hombres del Fondo tengan fe en las cifras que los enviados de Buenos Aires tienen para mostrar sobre lo que podría ser el alza de precios para este año. Y que, siguiendo el optimismo oficial, ubicaría el alza por debajo del 24,8% del año pasado.
Todo esto muestra flexibilidad y buena voluntad de los hombres que negocian desde la sede del FMI en Washington. Donde no hay margen es en el tipo de cambio que debe mantener el país hacia delante y durante todo el acuerdo con el organismo. Quizá por el análisis de la coyuntura económica actual, o quizá por el recuerdo de lo que fueron los últimos acuerdos entre el país y el Fondo anteriores a la crisis de 2001 en la sede del organismo no se quiere destinar un solo dólar a financiar la salida de dólares de las reservas. Y menos a valores subsidiados. A los ojos del dúo Werner-Caldarelli, los dólares del stand by tienen que estar destinados a garantizar la estabilidad financiera del país en el segundo semestre del año y durante todo 2019 y liberar a la secretaría de Finanzas de Luis Caputo de la necesidad de salir a tomar deuda cara a los mercados internacionales. Eventualmente, una parte del dinero podría servir para cubrir desfasajes de la balanza de cambios o algún tipo de coyuntura extra fruto de alguna crisis de precios mundiales. Todo es negociable. Incluso el monto final del préstamo que podría circular entre los u$s22.000 y algo más de u$s30.000 millones, con un desembolso para este año de entre u$s5.000 y u$s7.000 millones. Pero nunca para financiar corridas. En esto, los hombres de Washington son inflexibles.
La mención de la salida de unos u$s1.400 millones el 24 de abril pasado a un valor del dólar por debajo de los $21 es inadmisible para el FMI. Más un esquema similar al de noviembre de 2001, cuando Ane Kruger le bajó el pulgar al proyecto trimonetario (peso, dólar, euro) de Domingo Cavallo abriendo las compuertas del país a su crisis económica más grande de su historia.
Para esto el Gobierno deberá comprometerse a sostener un tipo de cambio en niveles "competitivos", que no tiente e los ahorristas a correr hacia las reservas. ¿Cuál es ese nivel? Difícil definirlo hoy, pero, afirman en Buenos Aires, no debería ser muy lejano a las cotizaciones actuales, siempre y cuando desde Buenos Aires se siga de cerca la evolución del tipo de cambio que derivó de la última corrida cambiaria. En otras palabras, el FMI podría aceptar el precio actual del dólar pero fiscalizará para futuros desembolsos que este nivel se vaya actualizando.
No es ninguna sorpresa. Ya en diciembre, durante el último informe del artículo IV sobre Argentina firmado por Caldarelli, quedaba claro que una de las preocupaciones del FMI sobre el país era el retraso cambiario. En aquellos días (no tan lejanos), el dólar cerraba por debajo de los $19.
Fuente: Ámbito
Miércoles, 30 de mayo de 2018
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