Información General Mitos y verdades sobre el presente y futuro del tratamiento del SIDA  De acuerdo a datos de la OMS, hay alrededor de 37 millones de personas infectadas con el virus a nivel mundial
El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es una enfermedad que daña el sistema inmunitario de las personas a través de la destrucción de los glóbulos blancos que combaten las infecciones. A pesar de que 37 millones de personas la padecen en el mundo, de acuerdo a los datos de la Organización Mundial de la Salud, el número de personas que reciben tratamiento es mucho menor: solo 18,2 millones, a mediados de 2016.
La enfermedad provoca que la salud del paciente se vulnerabilice y lo pone en riesgo de contraer infecciones graves y ciertos tipos de cáncer. La etapa final se conoce como Sindrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). No todas las personas que tienen VIH desarrollan esta etapa.
Los tratamientos existentes para esta enfermedad, conocidos como antirretrovirales, han evolucionado a lo largo de los años. En un principio, apareció la triterapia, es decir, una combinación de tres drogas. La primera dificultad que tuvo este tratamiento fue la cantidad de comprimidos que los pacientes debían tomar cada día, además de los efectos adversos. Esto provocaba el abandono del tratamiento en muchos casos, porque las personas no podían mantener la constancia.
Luego, el tratamiento se pulió, al tiempo que algunas drogas salieron del mercado y aparecieron otras nuevas.
Actualmente, los medicamentos disponibles -aprobados por la FDA- son el Triumeq, el Genvoya y el Odefsey, todos combinaciones de diversas drogas.
Sin embargo, en Argentina no todos estos tratamientos están disponibles, aunque “el vademécum del programa nacional es bastante completo”, explica la Dra. Valeria Mattielo, especialista en infectología. El medicamento Genvoya fue aprobado en 2015 por la FDA y llegará pronto al país, pero solamente estará disponible, por el momento, para pacientes que se atiendan a través del sector privado.
El tratamiento antirretroviral tiene como objetivo la indetectabilidad del virus, de modo tal que se eviten dos consecuencias fundamentales: por un lado, que el paciente se enferme; y por otro, que deje de funcionar como reservorio de virus, lo cual deriva en que no pueda contagiar el virus.
Los efectos adversos del tratamiento son diversos, aunque actualmente existen drogas que se adaptan a cada paciente y disminuyen las respuestas contraindicadas. Los más frecuentes se relacionan a la intolerancia digestiva. Además, es frecuente que los pacientes desarrollen hepatoxicidad, que se expresa de manera más grave en los pacientes que a su vez están infectados con hepatitis B o C. El aumento del riesgo cardiovascular es otro de los efectos contrarios que puede tener el tratamiento contra el VIH, a raíz de la afección del metabolismo de azúcares y grasas. Por estos motivos, muchas veces es necesario modificar el tratamiento antirretroviral o incluso añadir drogas para tratar las mencionadas alteraciones metabólicas.
La vacunación, entonces, es una medida preventiva que todavía se encuentra en etapa de estudio, tal como se mencionó anteriormente. Los investigadores descubrieron que la producción de anticuerpos neutralizantes frente al VIH estaba directamente relacionada con los niveles de una histona –una de las proteínas que se unen al ADN–. Una vez purificados estos anticuerpos anti-H2A pudieron observar que tenían la capacidad de neutralizar el VIH.
De acuerdo a la Dra. Mattiello, “lo cierto es que cada vez se conoce más la cinética del virus y esto permitirá en un futuro no muy lejano el estudio de nuevas vacunas”.
Fuente: Iprofesional
Sábado, 16 de septiembre de 2017
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