Internacionales Crisis en Siria: las batallas que pueden redefinir el orden del mundo árabe Irak, Siria, Libia y Yemen se convirtieron en escenarios de múltiples conflictos bélicos que enfrentan a las potencias. Después de décadas de estancamiento político, las llamadas "primaveras árabes" desataron una dinámica de cambios acelerados en todo Medio Oriente, que hizo saltar por los aires el viejo orden regional.
Algunos regímenes se desmoronaron, mientras otros países cayeron en una espiral de violencia sectaria. Más de cinco años después, el mundo árabe se convirtió no solo en el escenario de múltiples conflictos bélicos, sino también de una lucha descarnada por parte de las potencias mundiales por hacerse con la hegemonía de la región que atesora las mayores reservas mundiales de combustibles fósiles.
En su primera fase, las revueltas de 2011 constituyeron la expresión pacífica de las ansias de libertad y justicia social por parte de amplias capas de la sociedad. Estos movimientos populares espontáneos fueron capaces de derribar con una inesperada facilidad dos de los más brutales dictadores árabes, el tunecino Zine El Abidine Ben Ali y el egipcio Hosni Mubarak.
Mientras las monarquías trataban de capear el temporal a base de tímidas reformas y un aumento del gasto público, los presidentes de varios países adoptaron una actitud desafiante. Muammar Khadafy, en Libia; Bashar al-Assad, en Siria, y Abdullah Saleh, en Yemen, no duraron en recurrir a la violencia para tratar de mantener el poder. Las consecuencias para sus sociedades fueron devastadoras y de largo alcance.
Siria, Libia y Yemen todavía experimentan sangrientos conflictos. Un cuarto país, Irak, completa la geografía del horror árabe.
En este último caso, no hubo ninguna "primavera". Más bien, el caos sirio facilitó la reapertura de las heridas de la terrible guerra sectaria que siguió a la invasión norteamericana de 2003, algo que no habría sido posible sin la incompetencia del primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki. El panorama se empeoró, además, con el avance de los jihadistas de Estado Islámico (EI), que en junio de 2014 proclamaron su califato en territorios de Siria e Irak.
En buena parte, de la resolución de estas guerras -civiles en origen, pero con clara dimensión internacional- dependerá la reconfiguración del nuevo orden regional de la zona más inflamable del planeta. Mosul, en Irak; Raqqa y Aleppo, en Siria; Taiz, en Yemen, y Sirte, en Libia, se presentan como las batallas decisivas.
Aleppo: la batalla decisiva para el futuro sirio
Los principales contendientes son el ejército sirio controlado por el régimen de Bashar al-Assad y una coalición de milicias rebeldes, la mayoría de tendencia islamista, entre las que figura la ex filial siria de Al-Qaeda, conocida hasta hace poco como Frente al-Nusra. Cada uno de los dos bandos cuenta con apoyo exterior. La fuerza aérea rusa asiste desde el aire, con sus bombardeos, a las tropas de Al-Assad, mientras que la milicia libanesa Hezbollah y paramilitares iraníes lo hacen sobre el terreno. Por su parte, Arabia Saudita, Qatar y Turquía les dan armamento a los rebeldes. Washington también asistió militarmente a algunos grupos rebeldes laicos, pero su apoyo es básicamente político.
El trasfondo
Mientras Al-Assad se aferra al poder, los rebeldes son una coalición heterogénea con visiones distintas sobre el futuro de Siria. Básicamente, los une su rechazo a la tiranía del partido Baath. En cuento a los países extranjeros, los mueve la ambición de contar con un régimen aliado en un país importante estratégicamente, por su historia y porque tiene fronteras con Israel y es la única salida terrestre del Líbano.
Lo que está en juego
Aleppo es la segunda ciudad más importante del país. Recuperar su control permitiría al régimen proclamar su cuasi victoria en la guerra civil, y representaría un duro revés para los rebeldes; en sus manos solo quedarían provincias poco pobladas del Norte y el Este. Controlar Aleppo dejaría a Al-Assad en una mejor posición en una futura negociación de paz.
Fuente: Diario Primera Línea.
Domingo, 23 de octubre de 2016
|