Vaticano Fuerte condena del papa Francisco a las presiones contra los jueces "Yo sé que ustedes sufren presiones, amenazas, y sé que hoy día ser juez, ser fiscal, es arriesgar el pellejo", dijo el Sumo Pontífice en el Vaticano.
El papa Francisco instó hoy a los jueces y fiscales de todo el mundo que participaron en una reunión en el Vaticano a "no caer en la telaraña de la corrupción" y a rechazar las presiones de gobiernos, entidades privadas o "estructuras de pecado" como las mafias.
"Yo sé que ustedes sufren presiones, amenazas, y sé que hoy día ser juez, ser fiscal, es arriesgar el pellejo. Y eso merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo libres en el ejercicio de su función jurídica", dijo.
Según el pontífice, "sin esta libertad, el poder judicial de una nación se corrompe y siembra corrupción". Por ello, llamó a los magistrados a "realizar su labor esencial, la de restablecer la justicia sin la cual no hay orden ni paz social".
En este sentido, indicó que, "sin duda, uno de los más grandes males sociales es la corrupción en todos los niveles", ya que "debilita cualquier Gobierno, la democracia participativa y la justicia".
Bajo su punto de vista, "el juez es a la justicia como el religioso y el filósofo a la moral o el gobernante y cualquier figura del poder soberano es a lo político".
En el acto, impulsado por la Pontifica Academia de Ciencias Sociales, participaron alrededor de 150 jueces y fiscales de países de todo el mundo para analizar métodos que combatan lacras como la trata de personas o el crimen organizado.
Francisco habló así luego de haberse reunido a solas, en la residencia de Santa Marta, ayer, con el juez Sebastián Casanello, que tiene en sus manos las causas más explosivas de los últimos tiempos.
Y esta tarde, poco antes de asistir a la Cumbre de Jueces, con el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. Según pudo saber La Nación, la reunión entre el Papa y Lorenzetti fue extensa, ya que duró casi una hora.
En su discurso, el Papa exaltó la figura del juez, que definió "el primer atributo de la sociedad". "Y esto hay que rescatarlo, porque la tendencia, cada vez mayor, es la de licuar la figura del juez a través de las presiones, etcétera, que mencioné antes. Y, sin embargo, es el primer atributo de la sociedad", insistió.
El discurso del Papa, que fue un claro respaldo al Poder Judicial, conmovió a los jueces argentinos presentes.
"Estuve a punto de llorar al escuchar las palabras de Francisco", confesó más tarde a La Nación la jueza María Romilda Servini de Cubría, que mañana, junto a Lorenzetti, Casanello y varios otros magistrados, disertará en la cumbre.
La Iglesia en la política
"No cabe el adagio de la ilustración de que la Iglesia no deba meterse en política: la Iglesia debe meterse en la alta política, porque, cito a Pablo VI, la política es una de las formas más altas del amor, de la caridad", ratificó y criticó a quienes "quieren dar una visión ilustrada de lo que debe ser una academia".
"Sin duda, uno de los más grandes males sociales del mundo de hoy es la corrupción en todos los niveles, la cual debilita cualquier gobierno, la democracia participativa y la actividad de la justicia?, denunció el Papa argentino, antes de sacarse la foto grupal con los participantes y de definir como "verdaderos crímenes de lesa humanidad" a la trata, tráfico de personas y las nuevas formas de esclavitud, como el trabajo forzado, la prostitución, el tráfico de órganos, el comercio de la droga y la criminalidad organizada".
"A ustedes, jueces, corresponde hacer justicia, y les pido una especial atención en hacer justicia en el campo de la trata y del tráfico de personas y, frente a esto y al crimen organizado, les pido que se defiendan de caer en la telaraña de las corrupciones", sentenció el Papa, sentado al lado del legislador porteño Gustavo Vera, uno de los organizadores del encuentro.
Recuperar los bienes de delincuentes
En esa línea, el Papa expresó que "tal vez se puede ayudar el aplicar, según las modalidades propias de cada país, de cada continente y de cada tradición jurídica, la praxis italiana de recuperar los bienes mal habidos de los traficantes y delincuentes para ofrecerlos a la sociedad y, en concreto, para la reinserción de las víctimas".
"La rehabilitación de las víctimas y su reinserción en la sociedad, siempre realmente posible, es el mayor bien que podemos hacer a ellas mismas, a la comunidad y a la paz social", agregó. "No hay pena válida sin esperanza. Si no es una tortura, no una pena. En esto me baso para afirmar la postura de la Iglesia contra la pena de muerte", agregó.
"Cuando decimos hacer justicia como ustedes bien saben, no entendemos que se deba buscar el castigo por sí mismo, sino que, cuando caben penalidades, que éstas sean dadas para la reeducación de los responsables de tal modo que se les pueda abrir una esperanza de reinserción en la sociedad", sostuvo durante su mensaje.
"Y si esta delicada conjunción entre la justicia y la misericordia vale para los responsables de los crímenes de lesa humanidad como también para todo ser humano, a fortiori vale sobre todo para las víctimas quienes, como su nombre lo indica, son más pasivas que activas en el ejercicio de su libertad, habiendo caído en la trampa de los nuevos cazadores de esclavos", agregó.
En línea con su pedido de reinserción, reveló: "me gusta visitar las cárceles cuando voy a una ciudad, y como impresión general he visto que las cárceles cuyo director es una mujer van mejor que aquellas cuyo director es hombre. La mujer tiene en esto de la reinserción un olfato y tacto especial, que sin perder energía recoloca a las personas, las reubica", expresó.
"Los jueces están llamados hoy más que nunca a poner gran atención en las necesidades de las víctimas", sentenció en esa dirección, y explicó: "son las primeras que deben ser rehabilitadas y reintegradas en la sociedad y por ellas se debe perseguir sin cuartel a los traficantes y carníferos".
Sin presiones
Además, el pontífice los animó a "sentirse y proclamarse libres de las presiones de los gobiernos, de las instituciones privadas y, naturalmente, de las estructuras de pecado de las que habla mi predecesor Juan Pablo II, en particular el crimen organizado".
"Yo sé que ustedes sufren presiones y amenazas y sé que hoy día ser juez es arriesgar el pellejo y eso merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo libres en el ejercicio de su función jurídica. Sin esta libertad, el poder judicial de una Nación se corrompe y siempre corrupción", exclamó.
Durante su discurso, el Pontífice recordó además los coloquios previos realizados en el Vaticano sobre el tema: "el encuentro con los líderes religiosos de las principales religiones que hoy influyen en el mundo global, el 2 de diciembre de 2014, como asimismo la cumbre de los intendentes y alcaldes de las ciudades más importantes del mundo el 21 de julio de 2015", que mostraron el objetivo de "perseguir la erradicación de las nuevas formas de esclavitud".
Fuente: La Nación
Viernes, 3 de junio de 2016
|